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  • Jueves 28 de Marzo de 2024

170 ANIVERSARIO DEL TRIUNFO DE LAS FUERZAS TABASQUEÑAS SOBRE EL EJÉRCITO YANQUI

“Diga Usted al Comodoro Perry que lo que tengo entre las piernas no cabe en el Capitolio”: Coronel Traconis.


Joel Alberto García González


Quizás sea la heroicidad más loable de nuestras gestas patrias en el suelo tabasqueño. En 1846-1847, nuestra nación mexicana sufrió el oprobio de ser invadida y mutilada en más de la mitad del suelo nacional, por el imperialismo norteamericano. Sufrimos la afrenta de ver arriar nuestra bandera tricolor y, con rabia e impotencia, mirar izarse el vacuo trapo de barras y estrellas en el zócalo capitalino. Por lo menos Juan Escutia (algunos dicen que Fernando Montes de Oca) tuvo la dignidad de morir envuelto con nuestro lábaro patrio, antes que caer rendido ante el gringo enemigo.

    Los días 25 y 26 de octubre de 1846, la capital tabasqueña resiste con la táctica de guerra de guerrillas, el ataque de dos vapores y tres buques de vela de la armada norteamericana, al mando del Comodoro Perry. Los guerrilleros, en las orillas del Río Grijalva, no permitieron el desembarco de los invasores, logrando levantarse victoriosos con la verecunda retirada del ejército de la potencia del norte, que con más de 600 marines no pudo con 250 guerrilleros mexicanos. El Coronel Juan Bautista Traconis, a la sazón Gobernador y Comandante General del Estado de Tabasco, prefirió que las gruesas baterías cañonearan la ciudad, destruyendo muchos edificios, antes que rendir la plaza y capitular ante el enemigo. Dejemos que sea el propio Comandante militar, Coronel Traconis, quien narre el suceso, en el Parte de Guerra que rindió al entonces Ministro de Guerra y Marina de nuestro país.
    Comandancia General del Estado de Tabasco.- Número 48.- Excelentísimo señor.- El día 21 del corriente se presentaron frente a la barra de este río dos buques, que por sus maniobras parecían sospechosos. Sin embargo, salió el práctico a reconocerlos y lo apresaron. Lo que visto por el Comandante del pueblo de la Frontera, mandó a la falúa de la Aduana para hacer un nuevo reconocimiento, el que verificado, resultó que se supiese de cierto que muy fuera de la barra había dos buques, siendo uno de ellos goleta, que por la distancia no se le pudo reconocer la bandera. Al día siguiente, como a las dos de la tarde, se presentaron ya todos los buques muy perceptiblemente, en número de siete, siendo tres de vapor y los demás de vela, haciendo todos por el puerto, al que llegaron inmediatamente, sin oposición alguna [...]. Posesionado el enemigo de la Frontera, tomó los vapores nacionales Tabasqueño y Petrita, el pailebot Amado y varias otras embarcaciones de particulares que estaban allí, haciendo uso del segundo de estos vapores para la expedición que efectuó al siguiente día el Comodoro de la escuadrilla sobre esta capital, a la que llegó el 25, como a las dos de la tarde, con sólo dos vapores y tres buques de vela que traían más de seiscientos hombres de desembarque y artillería de grueso calibre. Al momento mandó un bote a tierra con bandera de parlamento, y una comisión compuesta de dos oficiales de marina y un intérprete, que me manifestaron a nombre de su jefe que yo le rindiera la capital sin condiciones, pues en caso contrario la destruiría con sus fuegos. Yo les contesté que podía hacerlo cuando gustase; pero que defendería la ciudad y el honor de las armas que mandaba, mientras contase con cuatro soldados y un cabo. La comisión regresó a bordo de la escuadra, ofreciéndome traer la respuesta, que se redujo a darme veinticinco minutos de término para que accediera a su propuesta, que deseché con menosprecio.
    Pasado este tiempo rompió el enemigo sus fuegos; pero yo había tomado mis medidas para que no me ofendieran, dividiendo a mi fuerza (que no pudo pasar de doscientos cincuenta hombres por falta de armamento), en guerrillas de veinte a treinta hombres, que coloqué en lugares que impidieran el desembarque de los americanos, y que a la vez estuvieran resguardadas de la metralla y bala de los buques de guerra, conservando yo una reserva de ochenta hombres con dos piezas de campaña para acudir a los puntos que conviniese. Este plan de operaciones surtió el más buen éxito, pues apenas intentaban los americanos poner un pie en tierra, cuando una lluvia de balas los hacía retroceder, con una pérdida que al fin les hizo desistir de su intento. Entonces apelaron al medio bárbaro y tan reprobado por el derecho de gentes, de destruir con sus baterías la ciudad, la cual ha quedado sumamente maltratada, principalmente la parte que mira al río, pues hay edificios que casi han desaparecido completamente.” Al segundo día, 26, continuó sus fuegos el enemigo, y yo mi mismo plan de defensa, hasta que convencido aquel de su impotencia y acobardado más todavía con los daños que resentía, se determinó a abandonar el río y a regresar a la Frontera, en donde está lo demás de sus fuerzas; pero para facilitar su retirada pidió un parlamento que le concedí, según verá vuestra excelencia en el impreso adjunto, sin dejar de tomar mis precauciones, pues bien conocía los pérfidos proyectos del Comodoro de la escuadrilla. Al fin emprendió su marcha en medio de nuestros fuegos, que le rompimos desde el momento que nos llegamos a persuadir de sus ardides, pues además se valió de Don Jaime Chabot, comerciante inglés residente en esta plaza, para que yo cesase de batirlo.”
    Al verificar su vergonzosa fuga, se llevó, valiéndose de la superioridad incontestable que le proporcionaban su artillería de grueso calibre y sus vapores, todos los buques que estaban en el río, quemando cerca de Acachapan dos que le estorbaban para continuar su retirada de una manera fácil y expedita [...] 
    [...] es preciso que también se me envíe un oficial de Ingenieros y los recursos correspondientes, pues hace mucho tiempo que esta guarnición no vive más que de préstamos, y para tener la víspera de la venida de los americanos algún numerario, fue necesario recurrir a medidas violentas que no quisiera repetir, porque repugnan a mi carácter, y por las consecuencias que envuelven naturalmente. [...]
    Dios y Libertad. San Juan Bautista, Octubre 27 de 1846.- Juan Bautista Traconis.- Excmo. Sr. Ministro de Guerra y Marina.”El Coronel Traconis supo utilizar el precario parque con el que contaba, incluso hace notar la carencia de recursos de la guarnición que comandaba. Empero, hizo gala de sus tácticas militares y de la propia diplomacia, sin rayar en la cobardía; por el contrario, demostrando la bizarría que lo caracterizó, impulsado siempre por la valentía, el honor y la temeridad. Echó mano del embauco para atemorizar al gigante, de presuntos recursos y apoyos que le llegarían. En toda oportunidad, descalificó la actitud bárbara e inhumana utilizada por un país que se ha preciado de civilizado y celoso guardián de la democracia; tanto así, que hoy en día se considera el gendarme de la aldea globalizada, encabezando una pandilla de treinta países que lo secundan y de otros tantos más que inertes contemplan una película más de guerra, aunque ya no sea en Holliwood. Otros más, prefieren ver las series de televisión, cual avestruz que entierra la testa para no ver el peligro.