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  • Viernes 19 de Abril de 2024

Fracasa estrategia de EPN para pacificar Michoacán


México, DF., 21 de diciembre.- Semeí Verdía, indígena nahua productor de papaya y líder de las autodefensas de este municipio costero, atribuye a las “cosas de Dios” su permanencia en este mundo: “Es la tercera vez que me salvo de milagro. La primera fue en mi pueblo, la segunda en el campo de futbol y, ahora, el golpe iba directamente para mí”.
    Era mediodía, patrullaba la localidad de La Placita con una Tacoma gris de puntero, cuando decidió parar a comer en un restaurante. Otro vehículo similar, en el que viajaba una familia con cinco pasajeros, avanzó por la misma carretera, pero a la altura de Las Peñas sufrió una emboscada y resultaron heridos tres adultos y un niño.
    Fue el martes 16 de diciembre, el mismo día que mataron al hijo de Hipólito Mora en los enfrentamientos ocurridos en La Ruana contra Luis Antonio Torres, alias El Americano. “Soy católico. Sé que el ataque era para mí. Ésta es una bendición de Dios, un aviso para cuidarnos mejor. Los intereses aquí son muy fuertes.”
    Verdía, comandante de la policía comunitaria de Ostula, una zona rica en hierro, movilizó a su personal para peinar la zona y capturó a Jonathan Aguilar, La Changa, a las órdenes del aún jefe templario de la zona, Federico Lico González, quien confirmó que el objetivo principal es acabar con los líderes de las autodefensas.
    Ante las promesas incumplidas por el comisionado para la seguridad de Michoacán, Alfredo Castillo, los comunitarios de la costa michoacana se están rearmando. Al día siguiente de la emboscada, Semeí Verdía no dudó en movilizar a los indígenas de la zona.
    “He vuelto a levantar a mi comunidad. Hay más de mil personas. Que se preparen. Viene lo mejor. Vamos a empezar a darle vacaciones a los familiares de los malandros. Los vamos a sacar de los pueblos. Ellos son los que se están prestando para dar información sobre nosotros”.
    Delgado, bajito, con una mirada aguda, Verdía tiene un sólido liderazgo frente a su comunidad, cuyo respeto se ha ganado con base en mucho valor, trabajo y lealtad.

Quieren acabar con el movimiento
Dice estar seguro de que en los ataques de los templarios hay otro responsable: “El gobierno. Esto es parte de la estrategia del gobierno; yo lo culpo directamente. Quieren acabar con los líderes del movimiento. De esa manera piensan apaciguar a Michoacán. Quieren acabarnos, pero hay un Dios”.
    Son siete meses de decepción. Desde los acuerdos de desarme con el gobierno del 10 de mayo, los habitantes de la zona han esperado el cumplimiento de las promesas de Castillo, algo que no ha llegado: “El comisionado ha hecho un trabajo puerco. ¡Tan bien que íbamos nosotros! Hay mucho enojo porque uno anda por el bien y es lamentable que el gobierno este prestándose a cosas malas. En Michoacán hay muchos intereses en la cuestión política, porque es uno de los tres estados más codiciados del país. Quieren acabar el movimiento de autodefensas de una u otra manera. No podrán”.
    El primer grupo de autodefensa fue el suyo. Surgió en 2009, cuando los habitantes de la tenencia de Ostula decidieron arrebatar La Placita a los templarios. Desde entonces siguen organizados, porque el acecho del crimen organizado es permanente y el supuesto plan de pacificación del gobierno ha sido un “fracaso”.
El Temerario
    Durante los siete meses del supuesto programa de seguridad puesto en operación por el comisionado Castillo, los autodefensas han comprobado, dicen, que dicho plan es un “fiasco”.
    En la costa, los reclamos al impuesto funcionario del gobierno de Enrique Peña Nieto son constantes. En Caleta de Campos, los hombres dirigidos por Semeí Verdía hacen guardia. Algunos llevan rifles de cacería y otros, AK-47. Son apenas adolescentes, vestidos con pantalón de mezclilla, camisetas y sandalias, sin aparente entrenamiento, aunque aferrados a la idea de defender a su pueblo y a sus familias.
    Han colocado una manta a la entrada de la comunidad con los cinco puntos incumplidos por el comisionado Castillo: la falta de legalización de la mayoría de los autodefensas, no haber encarcelado a los jefes de plaza templarios, no respetar la decisión de los lugareños al momento de seleccionar a la policía rural, no entregar certificados de portación de armas y no haber liberado aún a los 380 comunitarios presos.
    El líder de autodefensas Juan Díaz Alcalá, mejor conocido como El Temerario, hace honor a su alias cuando patrulla la zona que cubre los municipios de Aquila, Coahuayana, Chinicuila y Coalcomán. Usa sandalias y lleva al cuello su inseparable AK-47.
    El último enfrentamiento entre Hipólito Mora y El Americano le dejó la imagen de una posible “guerra civil entre hermanos” en territorio michoacano: “Es una desgracia que entre compañeros nos estemos haciendo eso. El pleito no es entre nosotros, sino contra Los Caballeros Templarios”, dice en entrevista con La Jornada.
    “El trabajo de Castillo está mal, ya no es favorable para nosotros. No quiere que andemos de autodefensas, sino como rurales, pero todavía no nos constituye ni siquiera a 50 por ciento. ¿Cómo es posible que diga que ya no quiere ver autodefensas armados?¿Cómo nos vamos a defender? A Semeí lo iban a matar en una emboscada. A Héctor y a mí, un (agente del) ministerio público corrupto nos andaba inventando cosas para meternos presos.”
    Coincide en señalar que el objetivo del comisionado es “destruir” a los líderes de las autodefensas: “El gobierno tiene mucho que ver. Si no estuviera dándole alas a unos más que a otros. El gobierno nos dividió. Sólo uniformó a unos cuantos y a los demás, no. Pero da la casualidad que con nosotros no han podido.Vamos a seguir armados y en lucha, hasta que no nos constituyan al 100 por ciento”.
    Explica que en Aquila sólo están operando 18 agentes rurales, una cantidad ridícula para un municipio del tamaño de Colima y, con el desarme, los templarios han regresado a los lugares de donde habían huido cuando los comunitarios se levantaron en armas.
“El error de Castillo fue uniformar gente así nomás; ahora él mismo los quiere desarmar, porque uniformó a pura gente que no sabía nada. Nosotros seleccionamos a personas que sí nos van a servir; no es posible que hayan armado gente que haya sido partícipe de Los Caballeros Templarios. Los ‘perdonados’ no están funcionando y deberían desarmar a quienes provocan los enfrentamientos.”
    Para El Temerario, la situación actual en Michoacán es peor que antes, porque el gobierno no está combatiendo ni encarcelando a los templarios: “Hay criminales libres como Federico Lico González, que mató mucha gente en Ostula, que anda libre. Hoy vimos a hermanos de Lico que andan montados en el cerro con armas de alto calibre. Y la policía no los detiene.Ya hablamos con el comandante federal”.

Criminales sin entrañas
Don Amador Valencia Mercado tiene 60 años y lleva su AR-15 al hombro. Camina despacio con sus sandalias, usa sombrero y tiene la piel curtida por el sol. Es campesino y ganadero. Los templarios asesinaron a su hermano y le quitaron sus propiedades: “También me secuestraron a un sobrino; me quitaron lo que tenía, y en el último jalón, me robaron 48 reses del corral. Hasta que ya no soporté. Y decidí unirme a la causa”.
    “Nos hemos mantenido en las fronteras atrincherados, siempre con las armas listas para atacar. Y también cuidándonos del gobierno, porque nos quiere detener. Castillo no cumplió. Simula una seguridad que no existe. La policía rural no funciona: no hay camionetas, les deben meses de salario, dieron pocos rifles sin parque. ¿Cómo vamos a dejar nuestras armas? Lo hacen con el fin de que nos maten los criminales.”
    Habla sin prisas, mirando a los ojos, con un discurso contundente: “No nos hemos desarmado ni lo vamos a hacer. Dejar las armas sería suicidarnos”.

Dejar las armas sería suicidarnos, advierten las autodefensas. Dejar las armas sería suicidarnos, advierten las autodefensas.