• La Verdad del Sureste |
  • Jueves 18 de Abril de 2024

El PRI y la bandera del oportunismo político


Ulises Rodríguez Guzmán


Don Ambrosio Bierce, el del Diccionario del diablo, diría que la exdiputada federal Lorena Beaurregard busca poner los dados en el cubilete para tirar de nuevo, para aparentar beneplácito ante la eliminación del Impuesto Estatal Vehicular (IEV) por parte de la administración del gobernador Arturo Núñez y así ser el centro de atención por las cámaras y micrófonos de los medios de comunicación y aprovechar su proyección como aspirante a la alcaldía del municipio de Centro.
    Si doña Lorena afirma que tal impuesto era una ´contribución lesiva´ para la economía de las familias tabasqueñas, ¿por qué no actuó en consecuencia cuando el exgobernador Andrés Granier en lugar de eliminar el pago de la tenencia sólo decidió cambiar el nombre a Impuesto Estatal Vehicular? ¿No era aquel el momento adecuado para atacar ese impuesto creado por priistas que durante varias décadas fue dañino para la economía de los mexicanos?
    Como vemos, la exlegisladora sólo busca llenar las páginas periodísticas siguiendo el camino fallido de los políticos priistas en Tabasco, y aparentar ser una oposición al gobierno nuñista pero en base a oportunismos políticos ahora que se acerca un año electoral. Es el momento en que los tricolores se desgarrarán las vestiduras argumentando que son un partido nuevo y democrático, al que sólo le interesa el bienestar y la paz social de los ciudadanos de a pie sin importar colores partidistas.    A Beaurregard de los Santos se le olvida, o finge olvidar además, que los adeudos que el gobierno que encabeza Arturo Núñez Jiménez tiene que negociar con la Comisión Federal de Electricidad (CFE) son herencia de la administración granierista; digamos, que si la señora Lorena verdaderamente estuviera de parte del ciudadano común, primero debería aceptar ciertas realidades que no son nada benéficas para los tabasqueños y que se originaron no sólo en la administración pasada sino que el desastre económico y el retroceso de Tabasco se deben a la corrupción y  los privilegios acostumbrados por la gente de su propio partido político: el PRI.
    Pero si así lo hiciera, Lorena Beaurregard de los Santos no podría aspirar a la alcaldía de Centro abanderada por ese instituto político, pues la lealtad al PRI es más fuerte que la lealtad que muchos servidores públicos dicen tener hacia el pueblo en tiempos electoreros. Conocemos la gastada retórica de un partido que de revolucionario no tiene nada, ya que a la vista de los acontecimientos a lo largo y ancho del país no hace más que continuar la matanza iniciada por los gobiernos panistas y hacerse el ´sordo´ ante el reclamo de la gente.
    Así que los cuestionamientos de doña Lore hacia el gobierno perredista en Tabasco pierden validez política y social. Resulta anacrónico aunque se trate del IEV, pues ella misma lo avaló y no ejerció una verdadera crítica en el momento justo, el de un gobierno priista. Ella pertenece a la aristocracia política aunque el instituto político al que pertenece no esté en el poder. Parafraseando al famoso don Ambrosio, sus palabras son tan obsoletas como las que emiten el mismo Eruviel Alonso y los demás nuevos “luchadores sociales” que desde el 2012 le nacieron a las tierras chocas. Aquellos que en pasado no muy lejano ni siquiera se dignaban a mirar hacia abajo, donde están los ciudadanos de a pie, a los que después de ofrecerles el saludo usaban un desinfectante para limpiarse las manos.
    Por lo pronto, tanta sensibilidad mostrada en la arena pública por parte de Lorena Beaurregard no hace más que ponernos alertas contra esta nueva embestida, ahora al tratar de aparentar de que temas como el de la inseguridad y la delincuencia le preocupan. O tal vez sí le preocupan porque no le vayan a tocar estos delincuentes sus cuentas bancarias y su aristócrata estilo de vida tan bien ganados con esa simulación de estadista. La realidad de los tabasqueños no está detrás de las curules legislativas, sino en las calles, en los hogares y empresas a los que las reformas hacendarias acordadas por sus colegas políticos afectan lesivamente a través del abuso de la recaudación de impuestos. Esto es lo que debería interesarle a esa nobleza que ahora la empuja a defender las causas perdidas y elogiar a la sociedad que luchó por la derogación del impuesto vehicular y que debería darle vergüenza pues es obligación de los funcionarios velar siempre por los intereses del pueblo al que representan y no a sus respectivos partidos políticos. Las palabras y los reconocimientos se los lleva el viento cuando sólo se habla de dientes para afuera. Si Beaurregard de los Santos reconoce un logro en la eliminación del pago de la tenencia vehicular no tiene más sentido que su autopromoción para conseguir un puesto público, de su oportuno egoísmo al tratar de vestirse con banderas ajenas. Y esto no es nuevo. La historia nos lleva, por lo menos, hasta don Luis Priego Ortiz.