• La Verdad del Sureste |
  • Sábado 20 de Abril de 2024

Breve repaso a la historia de Tabasco/XI

El fin de Garrido: segundo mandato y la expedición punitiva


JUAN MANUEL DIEGO


Tomas Garrido tomó protesta para un segundo periodo como gobernador constitucional el 1 de enero de 1931.
     Ese periodo se caracterizó por radicalizar las acciones emprendidas en su primer mandato constitucional, pero además agregó el impulso a las sociedades cooperativas.
     Entre 1933 y 1935 se crearon en Tabasco 176 cooperativas de consumo, 58 de producción y tres mixtas con un capital global de 115 mil 974 pesos y 10 mil 324 socios. Antes, en 1931 los productores de plátano se organizaron en la Nacional Platanera S.C.L., cuyas ganancias eran proporcionales al tamaño de su propiedad, mientras que los agricultores y comerciantes de Paraíso y Puerto Ceiba crearon la Cooperativa de Transportes Fluviales.
     Para el mejoramiento de la ganadería se importaron sementales y pastos del extranjero, lo que elevó la calidad de los productos derivados de la carne y leche. En la década de los 30s, el censo ganadero del estado llegó a ser de 159 mil 394 bovinos y 140 mil 825 ejemplares de porcinos. Los ganaderos también se organizaron en las Ligas de Uniones de Productores de Ganado.
     Fundó y organizó a los “Camisas Rojas”, con el objetivo de decomisar y quemar imágenes de santos, como parte de su campaña más radical para aniquilar las creencias religiosas.
     Durante un evento estudiantil en el puerto de Álvaro Obregón (hoy Frontera), en 1934, Vicente Lombardo Toledano dijo: “prometo al pueblo tabasqueño y al bloque rojinegro de jóvenes revolucionarios aquí reunidos, denunciar con mi pluma la grandiosa obra socialista realizada en este estado por Tomas Garrido Canabal”.
     Garrido se integró desde el 1 de diciembre de 1934 al gabinete del presidente Lázaro Cárdenas del Río como secretario de Agricultura, Ganadería y Fomento. Su nombramiento fue reflejo de los grandes avances en esos rubros en Tabasco durante sus gobiernos.
     En las elecciones presidenciales de 1934, el mismo Lázaro Cárdenas escribió en la boleta su voto simbólico por Garrido Canabal, muestra de la admiración que tenía por el gobernante tabasqueño.
     Como mandatario constitucional en 1935 entró su tío Manuel Lastra Ortiz.
     El hombre del carácter recio no llegó solo a la capital, sino acompañado de sus inseparables Camisas Rojas, entre los que se encontraba alguien que con el tiempo llegaría a ser gobernador de Tabasco y un importante reformador político: Carlos Alberto Madrazo Becerra.
     Los rojinegros no tardaron mucho en meterse en problemas en la gran urbe. El 12 de diciembre de 1934, frente a su sede en Tacuba, llevaron a cabo una de sus “culturales” en la que hablaron contra la religión, evento que terminó en una gresca con los creyentes. También era común que los Camisas Rojas llevaran a cabo los “sábados rojos” en Bellas Artes.
     Días después, el domingo 30 de diciembre, realizaron otra “cultural” a las afueras de la iglesia de San Juan Bautista, en Coyoacán, cuyo delegado era el garridista Homero Margali. Cuando los fieles salieron de la misa, el enfrenamiento fue inevitable. Salieron a relucir armas de fuego con saldo de varios muertos, entre ellos la activista católica María de la Luz Cirenia Camacho González, que ahora está en proceso de beatificación. En tanto, los católicos mataron al joven camisa roja Ernesto Malda.
     La opinión pública responsabilizó a Garrido de los hechos, y éste ofreció su renuncia a Lázaro Cárdenas, quien no la aceptó. Sin embargo, los sucesos en Coyoacán representaron el principio del fin del garridismo. En la ciudad de México se llevaron a cabo manifestaciones estudiantiles exigiendo la expulsión de ese grupo radical.
     Para junio de 1935 los intentos de injerencia de Calles en el gobierno de Cárdenas eran ya intolerables. El 16 de ese mes el general dio un golpe de timón y pidió la renuncia de todo su gabinete, incluyendo la de Garrido.
     Libre de su compromiso con el gobierno federal, Garrido regresó al estado para tratar de afianzar su poder. El 13 de julio, sus enemigos se reunieron en el Distrito Federal, en casa de Rodulfo Brito Foucher, antiguo aliado de Adolfo de la Huerta y cabeza del movimiento contra el de Playas de Catazaja. Años después, Brito Foucher se convertiría en rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), único tabasqueño que ha ocupado ese cargo.
     En su domicilio de la capital del país organizaron la “expedición punitiva”, que contemplaba partir a Tabasco a participar como opositores en las próximas elecciones para diputados locales.
     A ese grupo opositor a Garrido, unas veinte personas, en su mayoría jóvenes y estudiantes de la UNAM, la prensa nacional lo bautizó como “jóvenes expedicionarios” y “jóvenes suicidas tabasqueños”.
     Según un testimonio de Esperanza Brito, hija de Rodulfo, la expedición no tenía como objetivo desatar hechos violentos, sino la apertura democrática mediante la participación de opositores en las elecciones de diputados.
     Antes de abandonar la capital solicitaron garantías de seguridad a las autoridades militares, y llegaron a Tabasco el 14.
     Según un artículo titulado el antigarridismo: Tabasco, 1935, difundido por la revista Casa del Tiempo, Esperanza Brito relató que el temor a los garridistas era tal que cuando los expedicionarios llegaron al aeropuerto de Villahermosa “no encontraban manera de llegar a la ciudad, no había un taxi que los quisiera llevar, no había amigos para recibirlos”.
     Fue un día después, el 15 de julio de 1935 que los integrantes de la expedición se enfrentaron con seguidores de Garrido.
     “Los eventos que se preveían no se hicieron esperar: en un enfrentamiento armado mueren cuatro expedicionarios, entre ellos el hermano del organizador (Manuel Brito Foucher), así como partidarios de Garrido, con saldo de varios heridos por ambos bandos”, relata Carlos Martínez Assad en su libro El Laboratorio de la Revolución: el Tabasco garridista.
     En esos hechos violentos participó el senador y ex gobernador, Ausencio Conrado Cruz, quien salió ileso. Según los seguidores de Brito, fue él quien provocó los enfrentamientos al dispararles con su ametralladora.
     La prensa nacional fue informada de los acontecimientos directamente por Brito Foucher, y se puso de lado de los expedicionarios, culpando de los sucesos violentos a los garridistas. La acción de los antigarridistas –según algunas versiones- contó con la protección del secretario de Comunicaciones y Obras Públicas del gobierno federal, Francisco J. Múgica, con quien Garrido había colaborado más de veinte años atrás, pero que luego habría decidido darle la espalda.
     Entre los enemigos de don Tomas estaba su primo José Domingo Ramírez Garrido.  Casi década y media atrás había violentado acuerdos con él para lanzarse por el poder.
     A raíz de la inestabilidad política generada por estos hechos, el presidente Cárdenas promovió la desaparición de poderes y se nombró como gobernador al veterano revolucionario Aureo L. Calles. Así terminó el poder de Garrido en Tabasco, más no así sus ideas, que siguieron siendo mantenidas unos años más.
    Para darle una salida digna, el presidente Cárdenas le encomendó una misión agrícola en Centroamérica, la cual culminó en diciembre de 1935. Se quedó a vivir en Costa Rica, regresó brevemente a México en 1940 y murió joven, a los 52 años, en Los Ángeles, California, en 1943, a causa de tumores en los huesos.
     En una ocasión, José Pagés Llergo, quizá el mejor periodista que ha dado Tabasco, dijo: “no concibo a ningún mexicano, a ningún tabasqueño, que no prefiera al Garrido que quemaba santos y daba de comer al pueblo, que a Trujillo que lleva santos y mata de hambre a la gente”.
     Cuando Garrido vivía en su autoexilio, en 1938 llegó a Tabasco el escritor inglés Graham Greene, interesado en las campañas antirreligiosas de don Tomas, aunque algunas fuentes lo ubican como emisario de las compañías petroleras inglesas.
Greene bautizó al Tabasco garridista como el “estado sin Dios”, que sirvió de inspiración para su novela de 1940 “El poder y la gloria”. Un año antes, en Caminos sin ley, Greene definió así al Tabasco de Garrido: “Ese estado pantanoso y aislado, puritano e impío”, donde se prohibía la venta de alcohol y las luces se apagaban a las nueve y media de la noche. El novelista inglés escribió además sobre el Tabasco de Garrido: supongo que siempre ha existido odio en México, pero ahora el odio es la enseñanza oficial. Eso sí, sea lo que sea, Greene quedó impresionado por la “oscura neurosis personal” del “dictador incorruptible”.