• La Verdad del Sureste |
  • Jueves 18 de Abril de 2024

El capitalismo estrujante y la evolución social.

Segunda y última parte


Víctor Manuel Barceló R.


En la acción se aprecia el colapso general del poder del estado, causado por las oleadas de capital financiero que van ocupando sectores de decisión económica, política y social. Entre el estado y el pueblo, en su juego soberano se interpone una “cosa heterogénea que disuelve el juego, fractura al estado y divide al pueblo”. Las asamblea ciudadanas pretenden organizar la proximidad, la unión. Buscan ir más allá de la dispersión pura. “Las asambleas no tienen que organizar el trabajo de expulsión de los usurpadores del estado, sino el trabajo de cohesión entre la gente dispersa...no es exigencia de que se vayan todos, sino asunción de que ya no hay nadie”.
    Cuando se produce un movimiento social como los que hoy coronan el empeño regional por avanzar hacia formas propias de crecimiento y desarrollo, además de la lucha por atender sus problemas definidos, produce un efecto de enlace entre sus integrantes, que actúa en su triple significado: “apoyo, modelización y transicionalidad creadora”.
    La concurrencia a grupos que utilizan prácticas sociales de acción continua, colabora a transformar sentimientos de impotencia en energía, a redimir la autoestima laborando en condiciones más sanas, acerca de las situaciones traumáticas, desarrollando la autonomía y la creatividad.
    Lo que confiere significado y expresión a esos agrupamientos es la cohesión, “ser”, buscando una acción transformadora en el plano social. Esta práctica social de cambio, a la vez abre escenarios para las evoluciones subjetivas, no solo en quienes participan directamente de ella, sino a las agrupaciones que la entienden como pertinente.
    Está claro que si se desestima el poder del Estado, el papel de las asambleas como ejercicio de la democracia directa, como gérmenes de doble poder, queda también desestimado. Ignacio Lewcowicz se refiere a las asambleas, pero podemos extenderlo a todas las organización vigentes de los movimientos populares en nuestra Región. Habría que desarrollar un análisis pleno del momento, condiciones y motivos que llevaron al surgimiento de las asambleas populares, que en algunos casos se debe al empeño por apuntalar los movimientos gubernamentales de avanzada. En otros, ante el debilitamiento del estado como organizador, regulador de los intercambios psíquicos y sociales, “en el plano del universo simbólico”, son los movimientos populares los que buscan “sacar al buey de la barranca”.
    Existe una crisis de hegemonía de las clases dominantes. Sus empeños que hace unos lustros daban frutos en soportar los engranajes necesarios para el consenso y el control social, ya no son efectivos. Algunos estudiosos se preguntan si el problema está en que el estado ya no existe o si son solo indicadores del abismo a que la crisis económica, política y social lleva a los países que la padecen.
    Otra cuestión en debate es la problemática de la alienación. Desde el marxismo la alienación es básicamente la desapropiación, que el trabajador hace, del producto de su trabajo, que en la estructura social es mercancía.
    Ahora se habla de alienación psicosocial cuando las personas renuncian a parte de sí mismas en el orden del pensamiento, perdiendo la capacidad de crítica en relación a determinadas ideas, que se les imponen desde fuera.
    Podría considerarse a esta circunstancia como factor del “efecto rebaño”, que encausa la aprobación e incluso el voto de ciudadanos, hacia fuerzas político-económicas que les afectan en sus intereses, a tal grado que desvían su posición y hacen a un lado gobiernos progresistas para encumbrar a quienes les afectaron en el pasado y vuelven a hacerlo.
    Piera Aulagnier define la alienación como patología de la idealización y, por ello, de la identificación. No lo consideremos desde la patología; hay un grado de alienación inevitable, cedido por requerimientos de pertenencia social, como adscripción individual a los ideales colectivos, por propósito espontáneo del individuo al reducir la distancia con el ideal multiseñalado.
    En la alienación se impone un discurso al sujeto desde el exterior, discurso que es tomado con valor de certeza y que es asumido por el sujeto como propio, convirtiéndose a su vez en portavoz. Constituye un accidente desconocido por el sujeto, compartido con otros, y sólo reconocible por un observador externo.
    La alienación persiste, es menor por el descrédito del discurso de las clases dominantes y la práctica social de nuevas representaciones sociales y de nuevos ideales colectivos. El poder, aún en medio de la crisis, necesita insistir en mecanismos de consenso y garantizar su autorreproducción. Por ello las campañas psicológicas que persisten intentando construir ideas ocultadoras de la realidad.
    Ejemplos: campañas mediáticas sobre la inseguridad, omitiendo causas y, ante la indefensión social promovida,  va la mano dura, preparando la intensificación de la represión a las luchas sociales. Considerar natural e inevitable el sistema capitalista y que los pobladores lo asuman como convicción propia, quedando en lo oscuro que es la libertad.
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