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  • Jueves 25 de Abril de 2024

Coletazos del PRI evocan 71 años de autoritarismo


México, DF., 27 de abril.- El miércoles 22 de abril, durante la gala de la revista Time en Nueva York, el periodista Jorge Ramos Ávalos (Ciudad de México, 1958) hizo una pausa en su discurso en inglés. Fueron apenas diez segundos para hablar en español. Dijo:
    “Señor Peña Nieto, comprar casas de contratistas y luego darles millones de dólares en contratos, eso es corrupción. Por eso tanta gente quiere su renuncia y no nos vamos a callar”.
    Ramos, uno de los mexicanos más influyentes en Estados Unidos, es escuchado y leído por millones cada semana. El prestigio acumulado en su carrera, desde que dejó Televisa para probar suerte en Estados Unidos, está fuera de duda. Es Premio María Moors Cabot de la Universidad de Columbia; es Premio Ron Brown, Premio Rubén Salazar, Premio David Brinkley y dos veces Premio Emmy. Ha sido nombrado hombre del año por distintas organizaciones, varias veces. Y como periodista ha sumado honores que en pocas ocasiones recaen en una misma persona: el doctorado honorario en Literatura por la Universidad de Richmond, por ejemplo; o el Burton Benjamin Memorial, que le entregó el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) apenas el año pasado.
    Escritor, comunicador, conferencista y personalidad pública, Ramos asistía, ese miércoles 22 de abril, a una gala donde él era figura central. Estaba allí porque la revista Time lo había nombrado uno entre los 100 personajes más influyentes del mundo. Aunque la lista incluye a Barack Obama, Angela Merkel, Vladimir Putin, el Papa Francisco, entre otros, él era la portada de la edición de Time, revista fundada en 1923 que muchos mexicanos recuerdan hoy, además, por otra portada: una donde el aludido por Ramos, el Presidente de México Enrique Peña Nieto, aparece sobre un encabezado que afirma: “Salvando a México” o, en inglés, “Saving Mexico”.
    Esa portada de Time ha sido alterada cientos de veces. Por lo regular se le utiliza para criticar a un gobierno que, dicen las encuestas, ha perdido en dos años una buena parte de su capital político; que marcó el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a Los Pinos y que abrió batiente con una serie de reformas que hoy tienen sabor agrio o están rodeadas de sospechas después de los constantes señalamientos de corrupción, conflictos de interés y/o amiguismos. La corrupción en México es tema de la prensa internacional y de organizaciones civiles nacionales y extranjeras, aunque difícilmente es parte del discurso de los partidos de oposición mayoritarios, Acción Nacional (PAN) y el de la Revolución Democrática (PRD).
    Miércoles 22 de abril: Ramos sabía que la atención del mundo estaba en él. O por lo menos la atención de un círculo rojo que, como él, influye incluso entre los más influyentes. Diez segundos en español. Una pausa de diez segundos para denunciar, y el aleteo de la mariposa allá provocó una tormenta política acá, a pesar de que pocos medios mexicanos retransmitieron sus palabras.
    Pero Jorge Ramos Ávalos no dijo todo lo que quería decir esa noche. Fueron treinta y una palabras en español.
    

–¿Qué se le quedó en la mente y qué no dijo ese miércoles? –se le pregunta.
    –Se me quedaron fuera las matanzas de Ayotzinapa, Tlatlaya y Apatzingán. Se me quedaron fuera las estadísticas de que México es uno de los países más peligrosos del hemisferio para los periodistas. Nos han matado a más de 80 reporteros desde el 2000. Pero en ese discurso me quería concentrar en el gravísimo problema de corrupción que existe dentro y fuera del gobierno. Como comunicador, sabes que sólo tienes unos segundos para enviar un solo mensaje y tienes que hacerlo cuando estén escuchando. Y eso fue lo que hice –dice, en entrevista.
    Más se le quedó en mente, y lo ha venido sacando. Por ejemplo: poco después, en entrevista con Carmen Aristegui para CNN, Ramos expresó:
        “Este no es el México de 1968, no es el México de Excelsior, el México de Tlatelolco. Es un México totalmente distinto, en donde los jóvenes, con los periodistas independientes, en donde los ciudadanos que no se dejan están hablando, tenemos las redes sociales que antes no teníamos […] Y aunque el Presidente y Los Pinos quisieran callarnos, no nos pueden callar”.
    O bien: “Es un insulto que el propio Presidente haya designado a Virgilio Andrade [en la Secretaría de la Función Pública, SFP] como su propio investigador. Nadie se la va a creer. Le corresponde al Congreso de México hacerlo, y les ha tocado a ustedes, los periodistas [...]. Si el Congreso en México y a veces los partidos de oposición [no denuncian], entonces nos toca a nosotros los periodistas decir las cosas y decir que sí hay un acto de corrupción, el Presidente no puede quedarse”.
    Más: “¿Es causa grave que se le acuse de corrupción al Presidente de México? Es muy grave. ¿Es causa grave que su esposa [Angélica Rivera] sea acusada de corrupción? También es grave. ¿Es causa grave Ayotzinapa? Lo es. ¿Es causa grave la matanza de Tlatlaya? Es causa grave. Es muy grave que se acuse de la masacre de Apatzingán. Es increíble que desde que inició su Gobierno hayan muerto 37 mil mexicanos”.
    Ramos Ávalos mantiene la esperanza: “México es demasiado importante como para dejarlo en manos de sus políticos…”, dice en la entrevista.
    El también conductor de Fusion (en inglés, sin acento) y de Noticiero Univisión ha denunciado, en cuanto foro ha podido –y con énfasis en redes sociales–, el despido de Aristegui, una periodista crítica del sistema que, con su equipo de reporteros, puso en los ojos del mundo la llamada “casa blanca”, vendida por Grupo Higa a la Primera Dama cuando se trata de uno de los grupos de contratistas más beneficiados por este gobierno, por distintas vías. Poco después saldrían otras casas de Higa, como la del Secretario de Hacienda, Luis Videaray, en Malinalco. Y una más, utilizada como casa de campaña por el PRI en 2012.
    La información ha salido a cuentagotas, pero es constante. El 31 de marzo pasado, por ejemplo, la periodista Sandra Rodríguez, de SinEmbargo, descubrió en una investigación que una de las compañías del empresario Juan Armando Hinojosa Cantú, quien financió la residencia de la familia presidencial y vendió sin ganancias otra a Videgaray, se encarga también de los traslados aéreos de una élite de funcionarios del Ejecutivo federal. “La información, que está disponible en el Portal de Obligaciones de Transparencia (POT) del Gobierno federal, destaca que entre estos traslados se encuentran los viajes de Alfredo del Mazo Maza, primo del Presidente Enrique Peña Nieto, hasta enero director general del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras) y hoy candidato a Diputado federal por el Estado de México y cuya gerencia de adquisiciones, el 14 de marzo de 2013, otorgó de manera directa un contrato de 10.7 millones de pesos a la compañía aérea Eolo Plus SA de CV, propiedad de Hinojosa Cantú”, dijo Rodríguez.
    Y se le rasca, y sigue saliendo. Aunque, como escribió la periodista Linaloe Flores en otra investigación para SinEmbargo: “En dos años, el Gobierno de Enrique Peña Nieto ha hecho crecer en poco más del 50 por ciento el número de expedientes clasificados con respecto a la administración anterior del panista Felipe Calderón Hinojosa. Si hasta diciembre de 2012 había ocho millones de expedientes en ese catálogo, al día de hoy están ahí 12 millones 120 mil 71, según consta en el Índice de Expedientes Reservados. [...] La mayoría de esos asuntos no se conocerá hasta después de 2018; es decir, cuando la presente administración federal haya concluido su mandato y las siguientes decidan o no quitarle la categoría de ‘reserva’”.
    –¿Cómo ve Jorge Ramos a México? ¿Lo ven igual en las altas esferas del gobierno norteamericano? ¿Lo ven así, como usted, los empresarios estadounidenses?
    –Veo a México a lo lejos. Eso tiene la ventaja de verlo con perspectiva, con más libertad y sin miedo. La desventaja es no compartir el día a día. Desde aquí veo el México de los 37 mil muertos desde el 2012, el de la impunidad, el que sale en las noticias enlodado en narcotráfico y criminalidad. Pero también veo a otro México, mucho más joven, que piensa que la violencia y la corrupción son una pérdida de tiempo, que ven al futuro, a la integración con otros países, más preocupados por apps que por los partidos políticos tradicionales. Y Estados Unidos ve a México con dos miradas: una, la del socio ineludible, la del vecino que siempre va a estar ahí; y otra con preocupación ante la violencia y el constante flujo de inmigrantes. Como decía un libro hace décadas: seguimos siendo vecinos distantes.
    –Si en 2000 hablamos de una “transición hacia la democracia”, 15 años después, ¿qué está viviendo México, en su opinión, de acuerdo con los últimos eventos?
    –Esa transición a la democracia no se ha completado. Ese es el verdadero dilema del país. Todavía hay fuertes coletazos de autoritarismo que hacen recordar los 71 años del PRI en el poder. Pero este no es el México de 1968. Las redes sociales, la tecnología, la internet y una juventud cada vez más globalizada no van a permitir que el sistema se vuelva a cerrar. El México viejo no acaba de morir y el nuevo aún no termina de nacer. Es un país más democrático pero no necesariamente más justo. Tenemos enormes –terribles– diferencias entre los más ricos y los más pobres. A veces parecen dos países distintos.
    –Usted es periodista; es, además, un abierto defensor de las libertades y los derechos de los periodistas. Dígame, cuando ve hacia México y hasta su prensa, ¿qué impresión le da? Quizás para usted sea más fácil, por su visión de conjunto, responder a esta pregunta: ¿Ve una prensa libre y crítica en México?
    –México es mucho más que sus gobiernos. Por eso el destino de México es demasiado importante como para dejarlo en manos de sus políticos. Si piensas en lo mejor de México te darás cuenta que en la lista de las 10 mejores cosas no aparecen nunca sus líderes políticos.
    La posición de Jorge Ramos, que incluye su petición de renuncia para el Presidente mexicano, no han generado reacciones –al menos públicas– en el Gobierno; la revista Proceso citó el domingo que Los Pinos tiene vetado a Univisión, donde el periodista trabaja.
    El silencio de la administración federal en temas de interés público ha sido criticado por más de un analista e intelectual en estos más de dos años. Héctor Aguilar Camín, por ejemplo, dijo en su columna “Señales del gobierno mudo” –en el periódico Milenio, el 19 de marzo pasado–: “Lo que hemos visto en estos meses de adversidad política es un gobierno mudo, sin garra para darle la cara al público y defender y explicar lo que hace. Dada la realidad mercurial y agresiva de los medios, si el Presidente y sus ministros quieren tener una oportunidad de ser oídos, tienen que hablar, porque no hablan. El gobierno tiene que gobernar hablando, de cara al público”.
    Las declaraciones de Ramos en la gala de Time fue compartida por miles de ciudadanos en Facebook y Twitter. Y fue criticada por algunos periodistas. Pablo Hiriart, ex director de La Razón y ahora columnista en El Financiero, escribió: “En la cena de gala de la revista Time, el periodista Jorge Ramos tomó la bandera de [Andrés Manuel] López Obrador y sus seguidores al pedir la renuncia del Presidente de México. Ya se definió. Está bien para saber a qué atenernos: será el vocero de los intereses de AMLO en Estados Unidos, pero ya no el periodista con credibilidad que muchos en su momento admiramos”. Jorge Fernández Menéndez escribió un texto que tituló “Ramos no se calla… desde allá”. El comentarista de Imagen Radio, Excélsior y Canal 40 concluyó: “Está bien intentar convertirse desde allá en actor político en este lado de la frontera, pero ¿hacerlo con brindis y proclamas desde Nueva York?. Por favor”.
    El mensaje de Ramos en la gala no fue publicado por El Financiero o Excélsior. Mientras, los varios videos del evento en Youtube acumulan decenas de miles de vistas.

Diez segundos de mensaje, directo a cámara, en la gala de Time. 
Diez segundos de mensaje, directo a cámara, en la gala de Time.