• La Verdad del Sureste |
  • Viernes 29 de Marzo de 2024

Demuestran su fe bajo el agua


Por Alejandro Hernández

 

Jesucristo llegó puntual a la cita. En el madero de 100 kilos extendió sus brazos y cruzó las piernas, y entre carne y hueso entraron unos clavos. En su rostro se observó el dolor, mientras unas pesadas gotas de agua lo bañaban y hacían que la sangre se diluyera un poco. Como hace 2 mil años en el monte Gólgota, y ahora en la colonia Tamulté, la profecía se cumplía. Una torrencial lluvia se dejó caer, además de los truenos que se escucharon al momento de que el Mesías estaba en su cruz, lo que provocó temor en algunos pecadores. Ahí, los feligreses, empapados, demostraron su fe, y lo apuntaban con sus manos, lo miraban, algunas mujeres incluso lloraron, y lanzaban gritos de reclamos a los romanos, quienes en todo el camino de la avenida Méndez lo azotaron, cuando el sol aún estaba en todo su esplendor. Juan 19-30 “Consumado es”.

 

Dos mil almas acompañaron a Jesús, entre católicos, vendedores ambulantes, policías, tránsitos, protección civil y de la Cruz Roja. Ahí, en una calle que se volvía estrecha a cada centímetro, todos querían ser testigos, incluso un grupo de los llamados teporochos dijeron: “amigo, un pesito pa´ la cruz”. Y sobre el camino reinaron los padrenuestros, las avemarías. Hasta que Jesucristo cayó por primera vez.

 

 “Soy tu siervo padre”. Y lo azotan, luego se para, y camina como un péndulo sin soltar su cruz. Delante de él, una señora con voz de mártir canta: “perdona a tu pueblo Señor, perdona a tu pueblo Señor”. Muy cerca, vestida de negro camina la muerte, quien lo vigila. Al mismo tiempo que la túnica blanca se va tiñendo de rojo. ¡Cuidado con el niño!, se escucha. Es una mujer que perdió el equilibrio a la orilla de la valla que varios jóvenes formaron. “No puedo más”, gritó Jesús. “El peso de este madero lacera”. Atrás de él está Dimas, a quien los romanos le han lastimado su brazo derecho por los golpes que recibió. Gestas lo ve, y también le dan castigo. “Ya no se agandallen”, gritan unos jóvenes. Después de una travesía de cuatro horas, a las 2:15 de la tarde, Jesucristo murió. El agua está en su punto, y la mayoría de la gente aguanta la mojada, algo que desde 1998 no se vivía en el viacrucis de Tamulté.