• La Verdad del Sureste |
  • Jueves 28 de Marzo de 2024

El futuro por venir

Por Uriel Tufiño @UTufigno


En la semana que termina, el Consejo General del Instituto Nacional Electoral aprobó la incorporación de tres nuevos partidos a la arena política nacional.

    Para que nos vayamos acostumbrando a sus nombres, se trata del Frente Humanista, Encuentro Nacional y el Movimiento Regeneración Nacional, mejor conocido como Morena.
    Con su registro, las nuevas fuerzas políticas concluyen un arduo proceso en términos de la legislación electoral ya que, en suma, los tres partidos acreditaron un poco más de un millón de afiliados, de los cuales casi la mitad corresponden a los militantes de Morena.         La tarea no fue fácil ya que implicó la organización de múltiples reuniones distritales o, como en el caso de Morena, de 30 asambleas estatales legalmente válidas.  
    Sin duda, la competencia es saludable, pero algo me llama la atención.
    De Morena es un hecho público el notable trabajo de ingeniería política que desde hace varios años encabeza Andrés Manuel López Obrador, por lo que la obtención del registro sólo requirió apuntalar los aspectos organizativos pues el capital humano ya estaba más que dispuesto para dar la batalla; pero de las otras fuerzas emergentes, lo confieso, no tenía ni idea de sus actividades y mucho menos de su existencia orgánica.     
    Celebrar 221 asambleas distritales, como lo hizo el Partido Humanista, o 236 asambleas, en el caso del Partido Encuentro Social, se dice fácil pero resulta muy complejo. ¿En qué momento las realizaron que ni me enteré?
    No cuestiono ni el origen ni las propuestas de estas últimas agrupaciones políticas porque, para empezar, no las conozco, pero lo primero que se me ocurrió fue arquear las cejas cuando escuché que también habían obtenido su registro.
    Independientemente de lo anterior, con los tres nuevos partidos se amplía el espectro político para que los ciudadanos podamos decidir con cuál de dichas fuerzas nos sentimos más identificados, aunque lo verdaderamente trascendente no es la afinidad a nuestro pensamiento -que puede rayar en el idealismo ilusorio-, sino que podamos impulsar a aquélla que mejor interprete nuestros deseos de un cambio verdadero y no de una simulación democrática.
    Conozco a más de uno que durante las campañas presidenciales de 2012 se inclinó por la figura de Gabriel Quadri, y todo por el hecho de que su discurso giraba fundamentalmente en torno a temas ambientales.         La preocupación ambiental parecía “neutra” a los ojos de algunos electores que no tuvieron la prudencia de mirar más allá de la imagen del Groucho Marx a la mexicana.
    Porque viene al caso a propósito del ex candidato presidencial del Partido Nueva Alianza, cito una de las célebres frases del genial humorista: -¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?
    Creo firmemente que la pluralidad política es valiosa, pero si de ésta no se desprenden aportaciones sustantivas viene la fragmentación de la sociedad, lo que sólo contribuye a fortalecer al grupo en el poder.
    Seamos honestos: ¿cuántas propuestas reales existen en nuestro país? Si dejamos de lado algunas diferencias de matiz, sólo existen dos: la que representa a la derecha, integrada por los neoliberales del PAN, del PRI y del PRD –salvo algunas excepciones individuales-, y la propuesta de las llamadas izquierdas, más allá de sus colores, que se fortalece con la incorporación de Morena a la vida pública.
    Obviamente ni pierdo el tiempo en mencionar a los partidos que sólo se preocupan en mantener vivo su registro a costa de entregar sus votos al partido en el poder.
    Con el nacimiento formal de Morena, la izquierda de los “Chuchos” tiene más de un motivo para preocuparse.
    Ellos saben que el caudal de votos que presumen en las contiendas electorales de 2006 y 2012 no se debe a la oferta política del PRD, sino a la posibilidad de un cambio real que los electores encontraron en la figura de Andrés Manuel.
    De no haber sido así, los factores reales de poder –la telecracia y los agentes financieros- hubieran tolerado que alguien proveniente de la izquierda hubiera gobernado pues así México se hubiera proyectado como un país de alternancia democrática. Pero los “Chuchos” también saben que la gente comprometida con el cambio ahora tiene una alternativa real que no va negociar más Pactos por México.