• La Verdad del Sureste |
  • Jueves 28 de Marzo de 2024

Irma Morales brilló con su humilde sabiduría

Se llevaron tres días de ritual ceremonia chontal en Vernet segunda de Macuspana, donde los familiares convivieron con ella a través de una fotografía colocada en una mesa


 Cecilia Vargas Simón

    
Macuspana Tab., 20 de diciembre del 2014.- Hay mujeres y hombres que no requieren de reflectores para que su brillo ilumine  a los suyos, a su comunidad  y su humilde sabiduría trascienda su pequeño espacio, Irma Morales Félix, indígena de la comunidad chontal de Macuspana, fue uno de esos seres.
        Desde el pasado jueves 11, el cabo de año, por su muerte ocurrida el 16 de diciembre del 2013, su familia, las mujeres de la familia y de Vernet segunda iniciaron las actividades católicas propias de esa ancestral ceremonia aunque con características propias de ese pueblo indígena.
        Desde ese día, un vestido de Irma y un par de sandalias son colocados en la cama en la que dormía, un dibujo que semeja la silueta de la difunta, es el fondo de un pequeño  armazón de madera rodeado de flores, semeja un pequeño ataúd que es cubierto con una manta blanca, debajo de la mesa, otro par de sus sandalias, flores y velas.
       El lunes 15 de diciembre asistimos a la comida preparada en su honor por la familia y todas las mujeres de la comunidad, y que, según se nos explicó, ella, presente a través de una fotografía, colocada en otra mesa,  compartía con quien llegaba, esa fecha, porque un año atrás fue el último día que comió, así que servido caldo de pavo y chanchamitos.
       Luego de la comida, alrededor de las cuatro de la tarde, el  rezandero y el comendador, iniciaron los rezos de ese día que continuaron el jueves 16 y culminaron el 17 con el levantamiento de sombra y el depósito de las cenizas en el panteón.  
       De esa manera, Carlos, el ahora viudo de Irma Morales, y sus hijas Adriana y Carla sobrellevan el dolor de la pérdida porque piensan que el espíritu de Irma sigue presente en sus vidas y la de las  mujeres de esa zona indígena que aprendieron con ella el valor de la medicina tradicional y su aplicación.
       Hablar de Irma es hablar de la familia Hernández-Morales, porque quizá ella no se hubiera animado a participar en el conocimiento de las plantas medicinales, su uso y aplicación, de no ser por el impulso de Carlos, fundador del Comité de Derechos Humanos Indígenas de Macuspana e integrante del Comité de Derechos Humanos de Tabasco.
       La influencia que han ejercido sobre creyentes católicos, sacerdotes jesuitas y de otras órdenes eclesiásticas en Tabasco, incluyendo Macuspana, hizo de Carlos Hernández un defensor de derechos humanos e impulsó a Irma para que participara en talleres de salud impartido por monjas y otras agrupaciones dedicadas a la salud comunitaria.
       Al principio ella no quería ir a un taller que iban a dar en Tapijulapa, entonces la anime para que por lo menos conociera ese lugar tan bonito, después ya no dejó de ir a los talleres, cuenta Carlos.   
       Fueron alrededor de 30 años en que Irma se preparó en el conocimiento de las plantas medicinales, sus propiedades, las enfermedades que podrían curar y su conversión en jarabes con la mezcla de varias yerbas, pero también en la aplicación de los masajes y la digitopuntura, siempre en medio de ceremonias mitad indígenas y mitad cristianas para el manejo de la energía.
       Viajo a muchos estados para aprender de otros grupos indígenas que practican la medicina tradicional – Veracruz, Estado de México, Puebla, Oaxaca,  Quintana Roo, Estado de México, por mencionar algunos- así como de Tabasco, particularmente en Tapijulapa, Tacotalpa, para aliviar los males u enfermedades de los suyos.  
       Incluso, luego de una visita a Tabasco, expertos franceses quisieron conocer el trabajo de Irma y la ceremonia indígena de sanación con la que atendía a sus  pacientes, posteriormente en septiembre del 2004, invitaron a ella y a su cuñado, encargado de preservar las costumbres culturales de esa comunidad chontal, a participar en un encuentro de medicina tradicional en París, Francia, una semana se mantuvieron allá.
       El trabajo de Irma no se limitó a un aprendizaje personal, sino convocó a mujeres de su comunidad y de otras de Macuspana y del municipio del Centro a que participaran en los mismos talleres para conocer la propiedad de las plantas y transformarlas en jarabes y pócimas para aliviar las enfermedades de los que no tienen acceso a la medicina alópata o de otra índole privada.
         Doña Luz María Peralta Alejo, presente en el rezo en honor a Irma nos contó:
         “Ella fue la que hace diecisiete años me llevó a San Pedro Oaxaca, me animó a ser partera y ahí fui a aprender a las mujeres que van a tener sus hijos, desde entonces me dedico a parterear.
    Pero mi primer viaje fue a Teapa pero después fui con ella a Cancún, al Estado de México,  cuando antes yo ni siquiera me animaba a salir de aquí”                      
        Cada mes o dos nos reunía en la bajada, aquí en Vernet, a las mujeres de San Carlos, San Fernando y Vernet  para transmitirnos la capacitación que ella aprendía cuando las demás no íbamos o para hacer los jarabes.                          
         Sembrábamos valeriana, llante, yerbabuena, toronjil, gobernadora, pero las demás plantas las conseguíamos fuera y con ellas curábamos inflamaciones, colitis, tos, asma, reuma, colesterol y triglicéridos, enfermedades de los riñones y sacamos parásitos, también aprendimos a hacer  lavados intestinales y vaginales de yerbas.       
       Eramos como doce mujeres y la mayoría de las que asistíamos a los talleres eran de San Carlos, de Vernet solo Irma y yo, también participaban algunas de Luis Gil Pérez.
       De entre los casos graves que curó Irma, doña María de la Luz recuerda el de un niño que fue salvado de una intervención quirúrgica por apendicitis.  
       La muerte de Irma ha sido una pérdida muy grande, nunca la olvidaré, era mi maestra pero también mi compañera, ella me ayudó en todo, cuando había talleres me decía, vámonos y nos íbamos, hoy que me quedé sin marido cuento con lo que aprendí y me está apoyando para vivir, expresa llorosa, María de la Luz.
        Luz María y Adriana, una de las hijas de Irma, afirman que el grupo de mujeres que participaron en los talleres que conseguía Irma para sus compañeras, se encuentra como en orfandad, sin saber quién o quienes pueden buscar los talleres a los que tenían acceso para seguir capacitándose, “nadie se anima a salir”, comenta Adriana.         
      Algunas siguen ejerciendo la medicina tradicional, otras no, pero las primeras, sin la guía de Irma aún no encuentran como acceder al intercambio de experiencias con comunidades indígenas de otros estados.
      En esa orfandad tiene ya más de un año, desde que Irma comenzó a perder la vista y luego cayó enferma hasta su muerte, no se sabe si por causa de la diabetes que padecía y otros males que se venían sumando.
        Irma murió a los 59 años, joven aún, y con esta reportera mantuvo lazos de amistad, están frescas en la memoria, las palabras que expresó, luego de que, a petición de varias amigas, Irma y ellas oraron por la salud de esta periodista que, después de un año de hospitalizaciones, enfrentaría una segunda intervención quirúrgica en el corazón.
       “No se preocupen, Cecilia tendrá una larga vida”, expresó, y mientras  el 16 de diciembre la reportera convalecía de la última exitosa operación, su vida lamentablemente se apagó, dejando en el aire la deuda de un gracias Irma.