• La Verdad del Sureste |
  • Viernes 26 de Abril de 2024

México SA De “blindajes” y “fortalezas”

Peso: otro culebrón cambiario Con EPN la deuda crece 40%


carlos fernández - vega


En el cuento de nunca acabar, primero van los discursos, muchos, sobre “blindaje” y “fortaleza” cambiaria; después, que no “hay devaluación, porque tenemos un tipo de cambio flotante”, amén de que “la volatilidad es temporal”, las “fluctuaciones son normales en una economía globalizada” y “no afecta el nivel interno de precios”; dos minutos más adelante que “aquí no pasa nada”, pues “nuestra moneda es sólida” como el acero; de allí a presumir que “tenemos un mercado cambiario ordenado y con liquidez suficiente”, que las “reservas se encuentran en un nivel histórico” y que “contamos con una línea de crédito flexible del FMI”… para finalmente, ¡Zas!, ver cómo se hunde la divisa nacional y de inmediato reivindicar la tradicional cuan fallida tesis canina (“defenderé el peso como un perro”).

    ¿Cuántas veces los mexicanos han visto, pero, sobre todo, padecido, esta telenovela bananera, este culebrón de las presuntas autoridades financieras y monetarias, que en lugar de actuar a tiempo se dedican a desparramar saliva, presumir míticas “fortalezas” y “blindajes”, y narran, un día sí y el siguiente también, la desgastada novela rosa de que “vamos por el rumbo correcto”? (“mantendremos el camino que ha rendido frutos a la economía desde hace 20 años”, presumía el secretario de Hacienda en enero de 2015).
    A lo largo del año el tipo de cambio peso-dólar rompió el máximo histórico en 11 ocasiones, y contando, y en lo que va del sexenio peñanietista la moneda nacional se ha depreciado alrededor de 30 por ciento, mientras el dúo dinámico (Luis Videgaray Caso y Agustín Carstens) incansablemente presumen que “México está bien preparado” para enfrentar “la volatilidad pasajera”, que se trata de una “situación manejable”, que el bilimbique “tenderá a estabilizarse frente al dólar”, e incluso “apreciarse frente” al billete verde.
    “Sería imperdonable”, dijo Enrique Peña Nieto, pero en los hechos aquí se perdona todo, absolutamente todo (desde la fuga de El Chapo y las matanzas de Ayotzinapa y Tlatlaya, hasta la devaluación, el raquitismo económico y el incremento de la pobreza, entre tantos otros), siempre y cuando las embarradas lleven la firma del algún integrante del circuito del poder (léase impunidad garantizada). Pero, como siempre, la drástica realidad se impone y del “aquí no pasa nada, porque todo marcha bien”, una vez más pasamos al sálvese quien pueda.
    Así, más allá de la propaganda y los discursos fatuos, una vez más el “aparato” se ha visto en la penosa necesidad de reconocer –tácitamente, que de lo explícito se encarga la realidad– el color de hormiga africana en el que se encuentra la economía y su “blindado” tipo de cambio: la Secretaría de Hacienda y el Banco de México determinaron que, “en virtud de que es posible que continúe la volatilidad en los mercados financieros internacionales”, elevar de 52 a 200 millones de dólares el monto de la subasta diaria de divisas sin límite de precio, así como reducir de 1.5 a uno por ciento el límite para subastar otros 200 millones cuando el dólar Fix, utilizado para el pago de obligaciones en moneda extranjera, eleve su precio en esa proporción durante una sesión respecto al cierre de la jornada anterior.
    Tales disposiciones se mantendrán del 31 de julio al 30 de septiembre de 2015, cuando se “evaluará la conveniencia” de extender estos mecanismos, “que han tenido un costo de 5 mil 390 millones de dólares en seis meses, a pesar de lo cual el peso acumula una depreciación de 11.6 por ciento en su paridad con el dólar Fix en el mismo periodo” (La Jornada, Juan Antonio Zúñiga). Todo ello puede tener un costó cercano a 9 mil millones de dólares en reservas internacionales, sin garantía de que se retome el tipo de cambio prevaleciente seis meses atrás, ya no se diga al inicio del gobierno peñanietista, y sin considerar sacudidas mayores por la decisión de la Reserva Federal en materia de tasas de interés (lo que, todo indica, sucederá en septiembre). Y decían que la “flotación” del tipo de cambio “permite mayor estabilidad en el largo plazo y menor intervención del Banco de México”.
    Pero no sólo en el tipo de cambio se cuecen habas. A principios de 2015 el orondo “ministro del (d) año” aseguró que “antes que elevar el endeudamiento o los impuestos, la decisión clara del presidente de la República es que cualquier necesidad de ajuste por una disminución de los ingresos, habrá de acomodarse reduciendo el gasto público; es decir, no habrá un aumento en el déficit público, por el contrario, el objetivo este año es reducir el déficit público y, por supuesto, tampoco habrá incrementos en los impuestos”.
    Seis meses, muchos discursos y un recorte presupuestal después, la propia Secretaría de Hacienda informa que al cierre del primer semestre de 2015 los ingresos crecieron 4 por ciento, pero la deuda del sector público federal se incrementó la friolera de 556 mil millones de pesos con respecto al cierre de 2014, para alcanzar un nivel histórico de 7 billones 503 mil 117 millones de pesos al concluir junio pasado, equivalentes a 42.2 por ciento del producto interno bruto. Además, el déficit público se disparó y en el periodo referido ascendió a 345 mil millones de pesos, 50 por ciento más que en igual lapso de 2014. Por si fuera poco, ya causan IVA los alimentos que se expenden en las llamadas tiendas de conveniencia.
    Por el lado del débito, las cifras referidas se traducen en que a lo largo de sus 31 meses en Los Pinos el gobierno peñanietista ha incrementado la deuda pública 2 billones 150 mil 322 millones de pesos (40 por ciento en el periodo), lo que equivale a un crecimiento cercano a 10 puntos del producto interno bruto, que pagarán todos los mexicanos, les guste o no. Así, la deuda por habitante –incluyendo a los recién nacidos– pasó de 50 mil 342 pesos el primero de diciembre de 2012 a 62 mil 526 pesos al 30 de junio de 2015, y contando, sólo en lo concerniente al sector público federal.
    En fin, cómo estarán las cosas que si en el arranque del gobierno peñanietista el mismísimo secretario de Hacienda encabezaba las conferencias de prensa para hablar de lo bien que caminaba el “México en movimiento”, a estas alturas quienes obligadamente dan la cara apenas alcanzan rango de jefes de unidad. Al rato será el conserje quien rinda cuentas.
Las rebanadas del pastel
Cierto es que nunca estuvo en un nivel de “máxima seguridad”, pero a la de El Chapo, la “reforma” energética y el tipo de cambio, Enrique Peña Nieto suma otra “fuga”: la de su aprobación como inquilino de Los Pinos, la cual, también, se fue por el caño.
Twitter: @cafevega
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