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  • Jueves 18 de Diciembre de 2025

Nezahualcóyotl y la clase gobernante

Brasil Acosta Peña Doctor en economía por el Colegio de México (COOLMEX) con estancia en investigación en la Universidad de Princeton, fue catedrático en el Centro de Investigación y Docencia económica y articulista en la revista económica Trimestre Económico.

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La Verdad del Sureste


 

Resulta difícil dudar  sobre la importancia  histórica de la  existencia del gran gobernante  y Huey Tlatoani  Nezahualcóyotl. Acolmixtli  Nezahualcóyotl  “Yoyontzin”, conocido  también como el Rey Poeta,  nació un 28 de abril de  1402 (aunque hay quienes  cuestionan que se hable  de “Rey”, pues un Huey  Tlatoani no era exactamente  un déspota o un  Rey en el sentido absolutista  que hoy conocemos,  sino: “el que bien habla”;  es decir, un gobernante  que convence con su palabra  y que dirige con su  ejemplo).  Fue hijo del Huey  Tlatoani de Texcoco: Ixtlilxóchitl  Ometochtli. Al  poeta se le reconoce como  gran arquitecto, literato,  diseñador de paisajes,  amante de la naturaleza y  del género humano, reformador  y, lo que es más importante,  renacentista, en  virtud de que se dio a la  tarea de rescatar los principios  y la cultura de los  toltecas con el objeto de  adecuarlos y hacerlos renacer  entre los habitantes  de las tierras Acolhuas.  Su pensamiento  filosófico tampoco tuvo  precedente en el mundo  náhuatl. Hizo una aportación  revolucionaria para  su época, su visión monoteísta,  justamente en un  mundo en el que el politeísmo  predominaba.

 

En  frases como “el dador de  vida”, nos dan elementos  para hablar de los principios  del monoteísmo. Se  refiere a un todo poderoso,  único y capaz de dar al  ser humano, justamente  la anhelada vida.  Reflexionó también  sobre el hasta ahora  profundo y difícil problema  de explicar o entender  lo relacionado con la  muerte. ¿Qué hay después  de la vida? ¿Qué hay después  de la muerte? Por  ejemplo, la poesía llamada  “¿A dónde iremos?”, que escribió  en pulido náhuatl, y  que hace referencia a esas  inquietudes, es la siguiente:  “¿A dónde iremos donde  la muerte no existe?; mas,  ¿por eso viviré llorando?  Que tu corazón se enderece:  aquí nadie vivirá por  siempre. Aún los príncipes  a morir vinieron. Los bultos  funerarios se queman.  Que tu corazón se enderece:  aquí nadie vivirá para  siempre”.  La visión filosófica,  así como su actividad  científico-práctica-creativa,  si se me permite la palabra  compuesta, han hecho  de Nezahualcóyotl un gobernante  excepcional.

 

Doy  pruebas: después de la  inundación sufrida por la  gran Tenochtitlán, diseñó  y puso en práctica un plan  basado en la creación de un  muro que, además de separar  las aguas saladas de las  dulces en el Lago de Texcoco,  evitó futuras inundaciones.  Asimismo, diseñó el bosque  de Chapultepec y se  dice que algunos árboles  que hoy existen fueron  sembrados por las propias  manos del poeta texcocano;  el sistema de jardines  en el cerro del Tezcutzingo,  mejor conocido como  los “baños de Nezahualcóyotl”,  son resultado de un  plan meditado, convertido  en obra arquitectónica, que  mediante una interesante  red de canales daban vida  al “acuícatl” o “canto del  agua”, que ayudaba grandemente  a relajar el espíritu  y daba la ocasión de  meditar y ayunar en señal  de sacrificio (de ahí lo de  Nezahualcóyotl: coyote  hambriento, o mejor dicho:  coyote que ayuna, pues ésa  era la característica del  gran Tlatoani: meditar, hacer  autosacrificio, ayunar y  servir al pueblo).  Además de ser un  valiente guerrero, fue estratega  político, lo cual se  alcanza a apreciar en la  triple alianza que culminó  con la tiranía de los tecpanecas,  que regenteaban  desde el reino de Azcapotzalco.  Se trata, en resumen,  de un gran gobernante, que  combinó la sabiduría con el  poder, el conocimiento con  el afán de gobernar para  su pueblo; el arte, con la intensión  de perpetuarlo mediante  la poesía y los libros  pintados que conformaron  una de las bibliotecas de  papiros o libros pintados  más importantes de su época;  era, pues, un gobernante  de gran valía e importancia  en su época.  A propósito de su  natalicio, vale la pena hacer  una reflexión sobre lo  que ha venido pasando con  nuestra clase gobernante,  que simple y llanamente ha  dejado de servir al pueblo  para pasar a servirse de él.  El poder ha dejado de ser  una responsabilidad casi  sagrada como lo fue en la  época de Nezahualcóyotl,  para convertirse en una  forma de enriquecimiento,  un mecanismo para amasar  una fortuna personal y  garantizar lujos para toda  su vida. El objetivo último  no es que el pueblo se desarrolle  y que el gobernante  se prepare para hacer  una labor excepcional y  humanista, renacentista o  excepcional; por el contrario,  se trata de que el pueblo  sufrague a favor de tal  o cual candidato para que  después éste, olvidando  sus compromisos, deje sin  atender las necesidades  del pueblo.  Es necesario que la  clase gobernante retome  aquellos principios que hicieron  de Nezahualcóyotl  un gobernante excepcional;  que los gobernantes,  surgidos del pueblo se sacrifiquen,  piensen y actúen  a favor del pueblo; que su  divisa sea servir a las clases  más desprotegidas;  para ello se requiere que la  nueva clase gobernante no  sólo esté preparada, sino  que sea sensible, al grado  de manifestar su sensibilidad  a través de la poesía,  de sus acciones a favor de  la clase trabajadora y que,  finalmente, ponga su empeño  y sus energías en  transformar el mundo a  fin de hacer de la nación  un lugar próspero y mejor.  La mejor forma  de homenajear el natalicio  del gran texcocano  Nezahualcóyotl es resaltando  la mexicanidad y  el espíritu guerrero del  pueblo; que su ejemplo  sirva para transformar a  nuestra patria y convertirla  en una más justa y  mejor, al tiempo que nos  obligue a sensibilizarnos  mediante el conocimiento  y desarrollo de la poesía,  no sólo del Tlatoani  texcocano, sino de toda  aquella que nos haga  mejores seres humanos.  La televisión, el cine, la  radio, etc., las fuerzas del  sistema, han contribuido  a alejarnos gradualmente  de la importancia de  unificar nuestras fuerzas  como clase desposeída;  nos han impedido ver la  posibilidad de unirnos y  convertirnos en una clase  que aspire a conquistar el  poder público y a revivir  la grandeza del ejemplo  que la historia nos da en  el gran texcocano: Nezahualcóyotl.