• La Verdad del Sureste |
  • Jueves 25 de Abril de 2024

El plagiario y otros similares


Por Uriel Tufiño


@UTufigno

El mal ejemplo cunde. Copiar las ideas de otro no es malo, lo malo es no decir que son ideas ajenas y adjudicárselas como originales. Peor aún si de ellas se obtienen beneficios económicos. El científico Nicolás Tesla, a quien poco a poco la verdad lo ha ido reivindicando, fue plagiado en muchas de sus ideas y descubrimientos, principalmente por Edison.

Pero Tomás Alva Edison no sólo plagió a Tesla, sino a otros más, por lo que bien podría afirmarse que el conocido inventor fue un plagiario que se hizo famoso gracias a las leyes de propiedad intelectual pues fue el primero en patentar los inventos. Algo similar a las malas prácticas de ciertos santones de la informática que hasta ponen de ejemplo para las nuevas generaciones.

En nuestro país, los plagios descubiertos recientemente ponen en duda la inteligencia del plagiario porque demuestra que menosprecia la inteligencia de los demás. Pero, no amigo lector, en esta ocasión no me refiero a quien usted tiene en mente, sino al equipo de fútbol que es propiedad de la empresa de televisión que produjo al mismo personaje que usted tenía en mente hace unos segundos. 

El equipo América será recordado en España no por haber vencido al Real Madrid en su estadio, no por haber goleado al Barcelona, ni por haber exportado a uno de los máximos goleadores de la liga española, sino por haber plagiado –dadas las innegables similitudes- el himno oficial del equipo Sevilla. Pero aprendió rápido la directiva americanista: se disculpó y retiró el himno.

No terminaban de cerrar ese capítulo cuando se evidenció otro plagio aún más descarado. Para promocionar el partido de liga que coincidía con sus 100 años de existencia, el América usó el mismo logo de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Ni tienen el valor y les vale.

El surgimiento del Ejército Zapatista –EZLN- en 1994 fue una bocanada de aire puro para la izquierda y los movimientos sociales que habían sido arrinconados por Carlos Salinas. Parecía que “La utopía desarmada”, como llamó Jorge Castañeda al fin de los movimientos revolucionarios en Latinoamérica, no era tal, sino que sólo se estaba reconfigurando.

El discurso fresco del líder más visible, el “Subcomandante Marcos”, atrajo la atención de nacionales y extranjeros. Aunque no pocos “conspiracionistas” hicieron notar que era extraño que dicho movimiento surgiera en año electoral. Después vino el asesinato de Colosio y el ambiente electoral se enrareció al máximo. Bajo las anteriores premisas, Ernesto Zedillo orquestó su campaña en torno al “voto del miedo”. Y le funcionó.

Surgieron las preguntas: ¿el EZLN era un movimiento auténtico? Los neozapatistas se habían anticipado a este cuestionamiento en la “Primera declaración de la Selva Lacandona” (suscrita en 1993 aunque hecha pública en enero de 1994), donde afirmaron:

“Rechazamos de antemano cualquier intento de desvirtuar la justa causa de nuestra lucha acusándola de narcotráfico, narcoguerrilla, bandidaje u otro calificativo que puedan usar nuestros enemigos. Nuestra lucha se apega al derecho constitucional y es abanderada por la justicia y la igualdad”. 

Y contrariamente a la postura que asumieron en los procesos electorales presidenciales posteriores, particularmente en los de 2006 y 2012, en los que llamaron a no votar y descalificaron por igual a todos los contendientes, en las elecciones presidenciales de 1994 asumieron una posición distinta, que escapa a la memoria de muchos.

En un comunicado de fecha 27 de julio de 1994, escribieron: “La lucha por la transición democrática incluye la lucha electoral… Todos los ciudadanos deben ejercer su derecho al voto libre, directo, secreto y pacífico… La lucha por la democracia en México reviste, en su forma electoral, la forma del voto contra el partido de Estado”. ¿Y luego? ¿Qué o quién fue el factor que los hizo cambiar de opinión en 2006 y 2012?

Hace una semana se hizo público que el EZLN -digamos Marcos- y el Congreso Nacional Indígena acordaron participar en los comicios presidenciales de 2018, con una candidata indígena independiente. Me parece bien, pero Marcos –quien hoy prefiere llamarse “Galeano”-, convertido en plagiario, no es original en su idea. Ya antes han existido partidos, como el PPS, el PFCRN o el de Patricia Mercado, que sólo sirvieron para simular democracia o restar votos a la oposición.