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  • Viernes 19 de Abril de 2024

“Sufrimiento y felicidad” en medio del VIH: Raúl H Lugo


Por  Cecilia Vargas Simón
Segunda y última parte

Villahermosa, Tab., 03 de agosto.- Veinte años de convivencia con homosexuales en el albergue Oasis, para personas con VIH-Sida, me llevo a darme cuenta de que las situaciones que enfrentan las hace felices pero también les provocan sufrimiento, eso me hizo replantear muchas cosas, dijo a La Verdad del Sureste el teólogo yucateco Raúl H Lugo Rodríguez.
   Fruto de esos veinte años de experiencia se encuentra en el libro La Iglesia Católica y la Homosexualidad”  que en el 2006 escribió el también integrante de la organización de defensa de derechos humanos  “Indignación, el cual, afirma el autor fue juzgado por el Vaticano                  
    Al hablar de su trabajo en Oasis, mencionó que desde hace alrededor de veinte años, fue creado el albergue Oasis, para personas con VIH, en principio en fase terminal porque no se habían descubierto tratamientos, ahora existen dos en Yucatán y acompañan a hombres y mujeres que padecen Sida.
   Nuestro estado, destaca, durante mucho tiempo ha permanecido en tercer y cuarto lugar en la incidencia de VIH.
  Desde la sociedad civil y las iglesias han surgido iniciativas para apoyar a las personas con VIH, uno de los dos albergues es el de la “Misericordia de Dios Padre” y Oasis, este fundado por un laico y llegan ahí enfermos de todas las religiones.
   Me involucré en el trabajo de Oasis porque era párroco de un pueblo vecino, al de por ahí no le gustaba ir a ver a esos enfermos, entonces comencé a ir yo, desde entonces me han cambiado muchas veces de parroquia, pero quedé muy ligado a ese trabajo que ha enriquecido mi vida, afirma.
    CVS-  Como parte de la Iglesia Católica ¿su postura no chocaba con la atención de enfermos de VIH, ya que muchos de ellos son homosexuales?
    RHLR.- Al principio si, chocaba con todo, primero porque no se sabía nada de la enfermedad y temíamos que si tocábamos a los enfermos nos contagiarían, esos prejuicios desaparecieron con la información, simple,  pura y objetiva, que sirvió para que los tratáramos bien.
   Pero nunca hubo conflicto en mi persona y mi conciencia respecto al deber de atender a una persona enferma, necesitada además de ser escuchada y confesada, somos servidores de la misericordia, de la confesión, no jueces.
   Hace dieciocho años el albergue tenía otras características que ya no tiene, la primera era un lugar para bien morir, debido a que entonces no existía el proceso de medicación que hoy existe, la población era de varones homosexuales, por lo que mi trabajo consistía en escuchar, consolar, oír sus historias.
    Hoy la pandemia ha hecho que el albergue tomara otros giros, ahora tenemos muchos niños y niñas hijos de padres con VIH.
    Escuchar las historias de los primeros me motivó a entrar al mundo de la diversidad sexual, ajeno a mí, porque  yo solo era un sacerdote que estaba en la Iglesia y daba clases, aunque uno nunca deja de tener relaciones con personas homosexuales, familiares de homosexuales, sin embargo nunca vi las situaciones como cosa en la que hay que reflexionar sobre nuestra posición.
    Las conclusiones de trabajo fueron que algunos aspectos de la doctrina de la Iglesia tenían que revisarse, con respecto a nuestra visión de la homosexualidad, la Iglesia ha cambiado en su manera de ver las cosas en distintos momentos de la Historia y ante problemas que hemos enfrentado.
   Creo que estamos llegando a un tiempo en el que, no la Iglesia, sino la sociedad empuje esos cambios, por ejemplo,  ya la Suprema Corte de Justicia, dictaminó el derecho de las parejas del mismo sexo al matrimonio, como comprensión de lo que significa ser homosexual ahora, a diferencia de hace cien años.      
   Es hora de que la Iglesia y la sociedad vayan modificando su manera de ver esta realidad como en el caso del mundo entero con los avances de la ciencia y lo que hoy sabemos, declaró el sacerdote declarado simpatizante del matrimonio entre personas del mismo sexo.  
   Tenemos que revisar cuánto de prejuicio discriminatorio está en la base de esas actitudes, por ejemplo, hace muchos años no nos dábamos cuenta, incluso defendíamos con el Biblia, la prohibición de matrimonios entre negros y blancos.
  Analizando la Biblia encontré el surgimiento de las llamadas Ciudades de Asilo  que son  el pasado más remoto del derecho actual de refugio para personas que eran juzgadas por una ley llamada de Goel o rescatador, la cual permitía la venganza con la muerte a quienes mataban a un miembro de cada tribu.
   Las ciudades de Asilo fueron creadas para las personas que cometían homicidios no culpables, como un equilibrio de la venganza, al revisar el Antiguo Testamento uno se puede dar cuenta que hubo intentos de la antigüedad por crear algunas instituciones que hoy llamamos defensorías, afirma.
   El sacerdote dice que visitó Villahermosa para dar a conocer su último “Dios Defensor de los Derechos Humanos”, sostiene que para que la lectura de su obra caiga en terreno fértil, requiere de dos requisitos, un ingrediente religioso y sensibilidad para los derechos humanos.
   No siempre una persona religiosa es sensible a los sufrimientos de la gente, cuando las dos cosas se juntan se convierte en un buen instrumento para que las personas se metan en la Biblia y la vean con otros ojos, afirma.
   El problema de los textos sagrados es que no solamente son textos antiguos, sino que deben leerse en su  contexto original para saber qué quería decir el autor en su momento y a quien se lo decía.
   El libro intenta ser  un instrumento, una aportación, claro, quienes más pueden gustarlo son aquellos que familiarizados con la Biblia pueden encontrar otro punto de vista o los defensores de derechos humanos, que aún no han hecho una conexión entre su fe y el trabajo que realizan.
  Eso significa que los prejuicios, caen al paso de la Historia, agregó.

El teólogo yucateco Raúl H Lugo Rodríguez. El teólogo yucateco Raúl H Lugo Rodríguez.