• La Verdad del Sureste |
  • Martes 23 de Abril de 2024

Urdimbres y texturas

LA TRAMA DEL PODER Y SU CARA OCULTA


Teresita Bautista Valles



El poder, como bien se dice con insistencia: todos dicen despreciarlo, pero todos lo quieren. Para obtener el poder político, un grupo de individuos forman los partidos políticos; para dominar el económico se establecen corporaciones; para conducir conciencias y percepciones, se construyó aquello que los marxistas denominaron la superestructura. Decía Max Weber, uno de los más citados teóricos de la sociología y la política, que el poder no se entiende sin el objetivo de la dominación: ejercer la autoridad o la fuerza sobre un grupo social y ser obedecido, lograr que otros hagan o dejen de hacer.  Pero también se dice que “el poder ya no es lo que era”. Hay una cierta nostalgia de tiempos pasados, pero también una realidad innegable.
    El tema del poder fue abordado recientemente desde diversos miradores a propósito de la presentación de una interesante obra de la periodista, ex legisladora y ex funcionaria federal, la colimense Socorro Díaz Palacios. Tanto la autora como los comentaristas del libro “La trama del poder”, Francisco Peralta Burelo y Víctor M. Sámano Labastida, coincidieron en señalar que el poder para gobernar, el poder político, se encuentra asediado por los más diversos intereses y grupos. A quienes buscan asaltar el poder –advirtieron- no los mueve un interés público, de servicio, sino el limitado y egoísta interés particular.
    Sin embargo, dijo Socorro Díaz, entre todos estos elementos que quieren tomar por asalto el poder hay que distinguir a los partidos. Si bien no se salvan de la crítica y de acumular una serie defectos, los partidos serían hasta ahora la vía legal y posiblemente legítima para ejercer el poder: se someten a elecciones, están bajo una serie de normas pactadas de cara a la sociedad, pueden ser sancionados con el voto y la crítica. Aún ahora, anotaríamos, el movimiento más contestatario y reclamante, el encabezado por Andrés Manuel López Obrador, se agrupa en un partido. Cierto es que ahora existe la vía de los independientes (los sin partido), pero es un experimento todavía muy limitado y difuso.
    Anota Socorro Díaz en “La trama del poder”:  “Este texto tiene el propósito franco de enfrentar el ánimo tan difundido de menospreciar y degradar el poder político, al tiempo que se intenta asaltarlo por todos los medios imaginables a partir del poder del dinero y del poder instrumental pero claramente eficaz, de los medios de comunicación tradicionales y de última generación”.
UN CAPITALISMO SALVAJE
El libro está divido en tres bloques: el poder político, el poder económico-financiero y el poder de los medios de comunicación. Son poco más de 350 páginas en donde se analiza y documenta el ejercicio y desarrollo del poder en los recientes 30 años. Abarca el periodo desde el establecimiento del llamado modelo neoliberal o tecnócrata en el país como parte de una modalidad impuesta por el capitalismo mundial.
    Como bien dijo Francisco Peralta, el comentarista que abordó el ensayo del poder político Socorro Díaz argumenta a favor del poder para gobernar, para defenderlo, “ante quienes dan por hecho su agotamiento, su defunción, su extinción”.
    Precisamente en defensa de los mecanismos democráticos, señaló Peralta Burelo, la autora critica el hecho de que haya puesto de moda “la democracia apartidista”, una especie de democracia sin partidos. Refirió el también titular de Comunicación Social del actual gobierno que Díaz Palacios “Trae a colación la experiencia de las coaliciones políticas, refiriéndose a las del PAN, PANAL y PRD en Oaxaca y Sinaloa, en donde “el resultado ha sido una clara inestabilidad de los cuadros dentro del gobierno, dada sus explicables confrontaciones de origen, y una escandalosa ineficiencia”.
    Me detengo apenas en uno de los aspectos abordados por Peralta Burelo y que me parece central también para el caso de Tabasco: el futuro de la democracia, de los partidos y las alianzas históricamente explicables, así como los pleitos pragmáticamente dañinos para la sociedad.
    Otros varios asuntos de “La trama del poder” fueron comentados por Víctor Sámano, actual columnista del diario Presente y ex director de La Verdad del Sureste. Para este analista de la política un eje central de la línea argumental de Socorro Díaz es “cómo y por qué un poder sin regulación, un poder sin supervisión pública, resulta arbitrario, avasalla a los más débiles y puede ser suicida. Sea el económico, el político o el de los medios”.
    En efecto, cuando se impone la moda de descalificar al poder político –no sólo a los que lo ejercen- lo que nos queda es una tierra de nadie, en la que los perdedores son siempre los pobres, los de abajo.
    Señaló Sámano que en “La trama del poder” no sólo se documentan los abusos y el deterior del poder político, sino en el caso del poder del dinero explica los riesgos de una ambición desmedida, sin autoridad: “La crisis del 2008-2009 nos advirtió la seria vulnerabilidad del sistema capitalista. Ahí están también las crisis sucesivas en Irlanda, Finlandia, España, Francia, Grecia, Gran Bretaña. Hay que evitar su suicidio, porque existe un reparto incendiario de los bienes del planeta”, cito.
    Todos los días somos testigos de ese abuso del dinero. Hay un saqueo bárbaro de países y comunidades, un sistema casi esclavizante de las personas. Una concentración insultante de la riqueza y una pobreza desesperante para la mayoría.
    Pero esa arbitrariedad se extiende a los medios de comunicación tradicionales y a los novísimos, como lo destacó Sámano siguiendo la línea argumental de Socorro Díaz. En especial “La trama del poder” advierte sobre esa selva sin ley que no es nada virtual en sus intereses: las redes de internet. Respecto a los riesgos citó los casos de Edward Snowden, antiguo empleado del espionaje norteamericano, el del australiano Julian Assange de Wikileaks y el uso de los medios de comunicación como arma en la invasión a Irak. Pero también el del internet negro. Mencionó la captura de Ross William Ulbricht, “quien en sólo dos años hizo transacciones por más de mil 200 millones de dólares con la venta drogas, venta de órganos, de niños, prostitución, pedofilia, trata de personas. Hasta que fue detenido por el FBI en el 2013”.
    En síntesis, que el poder –de los gobiernos, del dinero, de los corporativos de la comunicación- debe sujetarse leyes, a reglas, y a la permanente supervisión de la sociedad. Ese cuarto poder del que también habló Peralta Burelo.