• La Verdad del Sureste |
  • Sábado 20 de Abril de 2024

Urdimbres y texturas

Obra y espacio público; vivir a gusto, sí importa


Teresita Bautista Valles


Un nivel importante de conciencia es el desarrollo del arte como una opción para vivir y apreciar la  vida. Es lo que pienso sobre la construcción  del espacio urbano. En esa zona en la que habitamos y realizamos nuestras actividades cotidianas, que debemos defender y mejora. No sólo atañe a unos cuantos, es un trabajo conjunto, en equipo. La ciudad en la que se vive determina cómo nos sentimos, y cómo queremos que otros perciban el espacio donde habitamos como un buen lugar.
    En medio de la tensión que provoca la violencia, o escuchar de cómo se agreden entre sí los ciudadanos, es necesario en medio del caos abrir un espacio para lo bueno, para pensar y hacer uso de la creatividad, impulsando el arte  en las paredes, pasos a desnivel, puentes, bardas, lo que la creatividad puede hacer para salvarnos.
    “Mi preocupación básica es el espacio, siento que el paisaje en el que nos desarrollamos también forma el espíritu de una sociedad”, eso afirma Paloma Torres, ceramista mexicana que defiende el papel de la cerámica en nuestro país. Agrega además que “parte de la descomposición social  tiene que ver con la pobreza, la falta de educación, pero también con la falta de un espacio personal, porque sin él pierdes identidad”. Sus palabras caen en la reflexión de lo importante que es crear espacios para que los ciudadanos vivan en un contexto agradable, que también se refleje en su existencia cotidiana. En la década de los ochentas, en la ciudad de Nueva York, se impulsó una iniciativa que se enfocó a rescatar los parques y los jardines, para crear condiciones favorables de desarrollo para niños y adultos, desaparecer ese ambiente pesado que los espacios arruinados, sucios y empobrecidos otorgaba a los guetos y barrios de la ciudad norteamericana.
    La iniciativa actual en diferentes partes del mundo se ha enfocado al rescate de los ambientes, sobre todo en zonas urbanas cuyo pasado de pobreza, hacinamiento, y desempleo, e incluso violencia, dejaron como huella: tristeza, depresión, y un débil tejido social. Las palabras de Paloma Torres son contundentes y ciertas. Necesitamos mirar de nuevo hacia nosotros, al interior de la comunidad para no perder ese alto sentido de cooperación que incluso, un habitante de Tamulte de las Sabanas me refería: “antes los cercos eran vegetales, las personas sabían que ese cerco era del vecino y se respetaba, eran bajos, permitía que nos saludáramos, o asomarnos a platicar, ahora ya no hay cercas vegetales, hay paredes, se perdió el respeto.” 
    O sólo se hizo necesario amurallar la casa para protegerse.  O como pasa en el municipio de Centro, enrejar las casas para sobrevivir. Que se concreten las ideas, es fundamental, sobre todo aquellas que permiten el paso a la creatividad; sin duda, el paisaje de las ciudades jugará en el futuro, un decisivo papel para saber ante qué tipo de sociedad estamos. Hay quienes han tenido la oportunidad de viajar, y ponerse frente a ese alto sentido de percibir el espacio, y quizá en los primeros momentos, no es posible mirar el conjunto, pero sólo basta caminar una ciudad para entender, quienes viven ahí. Así será.