• La Verdad del Sureste |
  • Martes 23 de Abril de 2024

Urdimbres y Texturas

QUE NO APRENDEN…LOS MÀS POBRES.


Teresita Bautista Valles


 
Cuando me encuentro ante la disyuntiva de establecer un compás de espera en clases, para explicar ortografía, o para enseñar a leer de nuevo a un alumno, o sugerirle maneras de organizarse, es en definitiva una de las situaciones que me hacen cuestionar fuertemente, ¿qué es lo que estamos haciendo verdaderamente en las escuelas?
     Llegan al aula universitaria como buscando una salida rápida para pasar la asignatura sin mayor esfuerzo, no es el caso de la mayoría, pero desafortunadamente es un hecho. ¿De dónde proviene esa actitud? Nos preguntamos muchos. En  realidad es el entorno, mientras más fácil pueda ser encontrar un empleo, hallar dónde dejar a los hijos para que los cuiden, o quién se puede hacer cargo de esto, aquello, u otra cosa, el rango de compromiso se ve disminuido. Debe entenderse que para la formación académica no es igual, no se necesita que otro haga, o cubra nuestras apremiantes necesidades; estudiar, no sólo es asistir a un edificio para aprender, implica desarrollar técnicas de estudio, y sobre todo, determinar cuál es nuestro ritmo de aprendizaje.
     Esa parte es la que más desespera a los estudiantes. Miran el entorno y tratan de ir a la par de esa velocidad del internet, de las redes, cuando en realidad lo que viven es una injusticia educativa: está la escuela y el sistema escolarizado, pero se cuestiona si los jóvenes y niños realmente aprenden. Siempre señalan a los maestros como los responsables de ese desastre que es el sistema educativo, la falacia de aprendizaje que impulsan, y los obstáculos que representan los sindicatos. Temas  complejos, pero la realidad de la educación es que necesitan solucionar esta enorme bola de ligas que es la educación.
     Los problemas educativos son complejos porque su fin último es la persona, y cada persona mide sus tiempos de acuerdo con la realidad que vive. Si a eso sumamos tiempos de gobierno, presupuesto, intención de lograr una meta educativa, además de esa tendencia a igualar procesos educativos de los países del llamado primer mundo, obviamente compararnos con esos gigantescos procesos, no es correcto. Francia, Alemania y Suecia no han pasado por los mismos procesos sociales que les permitieron establecer, posterior a la formación del Estado, un sistema educativo coherente con el espacio de vida y mundo.
     Todo tiene que ver con la maduración del cerebro. No nos extrañe que países como Japón o Corea del Sur establecen en el nivel preescolar que el alumno aprenda hábitos de vida que no sólo son parte de su educación como personas, sino que este sentido delimita a futuro el establecimiento de hábitos de estudio que les permita definir su vida profesional a largo plazo. Aunque no comparto mucho el panorama apocalíptico de Moisés Naím, estudioso venezolano, cuando dice: “El estudiante promedio más pobre tiene un peor desempeño en matemáticas y lenguaje que el 95% de los estudiantes en los países ricos. Todo esto se convierte en una diabólica maquinaria que perpetúa y aumenta la desigualdad, la cual, a su vez, es un fértil caldo de cultivo para conflictos de toda índole”.   Me atrevo a decir que con mucha decisión es factible que se pueda escolarizar y educar a los jóvenes, pero es un proceso que no sólo atañe a la escuela, implica a los padres, y al entorno.  Y como también afirma Moisés Naím: “sí se puede, cuanto más mejore la educación a edades tempranas, más capaces de aprender serán los estudiantes de primaria y secundaria.” El asunto aquí es de querer realmente hacer las cosas, asumir lo que implica el  sistema educativo y su aplicación en la vida de las personas. Recuerdo una situación  en el servicio estatal del empleo, las vacantes que Alemania ofreció no sólo a México, sino a los países de América: “tenemos 250 mil vacantes”. El requisito: dominio del idioma inglés y alemán, además de ser profesionistas calificados, pocas fueron las solicitudes admitidas. Lo dejo para la reflexión. Claro, no hay que entretener la educación y a los educadores en asuntos electorales. Cada cosa a su tiempo.