• La Verdad del Sureste |
  • Jueves 25 de Abril de 2024

Zapatear es fecundar la tierra: Múzquiz Fuentes


Por Cecilia Vargas Simón



   
Villahermosa, Tab., 28 de juilo.- El folcklor es la sabiduría del pueblo, lo que los pueblos saben no es lo que nosotros sabemos de ellos, bailar es un acto eminentemente social, las danzas siempre tienen un motivo religioso y zapatear es fecundar la tierra, entre más insisten en el zapateado, más seguros estarán de que sus oraciones serán escuchadas, define el profesor Rodolfo Múzquiz Fuentes.
    En el marco del Décimo Festival Nacional de Danza Folcklórica que acaba de culminar en Tabasco, el profesor Múzquiz fue distinguido con un reconocimiento del Consejo Internacional de las Organizaciones de Festivales de Folcklóricos, que le entregaron el representante de la organización mundial y de México de la CIOFF.
    Sin embargo, ningún reconocimiento sería suficientemente valioso para devolver al profesor Múzquiz Fuentes toda la experiencia, aportaciones,  dedicación y amor,  que ha entregado y sigue ofreciendo a la danza folcklórica, a las tradiciones y cultura mexicana.
    A sus 86 años de vida, continua impartiendo conferencias en todo el país, presidiendo jurados y organizando festivales de danza, como el de arte y cultura que anualmente lleva a cabo la Dirección General de Educación Tecnológica Industrial con mil 200 jóvenes de todas las escuelas del país que dependen de la DGETI y que este año será en San Luis Potosí.
    En el mismo festival forma parte del jurado, junto con Viviana Basanta (hija de Amalia Hernández, directora y coreógrafa del Ballet Folcklórico de México), nos informa durante la entrevista que concedió a La Verdad del Sureste.  
 Antes también organizaba los  Juegos “Ricardo Flores Magón” que realizaba el Congreso del Trabajo, en donde a lo largo de 22 años fungió como presidente del jurado, y fue el responsable de montar el espectáculo para la inauguración de los Juegos Olímpicos en México en 1968 y del encendido del fuego en la pirámide de Teotihuacan cuando el hombre llegó a la luna.
   “Mi afición al folklore llegó de una manera repentina y muy especial” -cuenta el profesor Múzquiz Fuentes, oriundo de Monclova, Coahuila-, llegue a la ciudad de México con la intención de estudiar arte dramático  con Seki Sano, es destacado maestro formador de actores y actrices  como María Douglas y Wolf Rubinsky, entre muchos que hicieron un papel extraordinario en el teatro.              
    Me gustaba la interpretación de distintos personajes y un día el maestro Seki Sano, me dijo que era importante que asistiera a clases de biomecánica para que aprendiera a manejar mi cuerpo y comenzara a desenvolverme en el escenario y como no había quien impartiera esas clases, me fui a estudiar con la coreógrafa y directora del Ballet Nacional, Guillermina Bravo, hoy extinta.
    La única vez que baile con Guillermina Bravo, se le vino a la memoria, fue la puesta en escena de Zapata, lo recuerdo mucho porque trajeron a un maquillista de los Estados Unidos para que nos maquillara, él me pregunto cuál era el personaje que interpretaría y le dije sonriente que al asesino del caudillo del sur, lo único que hizo fue pintarme una rayas grandes para simular una sonrisa permanente, me sentí muy mal cuando “asesiné Zapata”.
   Estudié también danza española con el profesor Oscar Tarriba y en la Academia de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes, conocí al maestro Marcelo Torreblanca, y la teoría era impartida por el maestro Vicente T. Mendoza, el presidente de la Sociedad Folcklórica  e México.
    La danza folcklórica comenzó a entusiasmarme tanto que el maestro Seki Sano –que tenía su carácter- me dijo:
   “Oye Múzquiz te mandé a estudiar danza como complemento para el teatro, pero el teatro no será complemento de tu danza, así que decídete. Fue muy difícil decidirme entre ser actor o bailarín, pensé primero que la vida de bailarín es muy corta y que como de teatro podría serlo hasta la edad que tengo, seguramente por ahí anduviera todavía en el teatro, pero opté por la danza y en la danza me quedé”.
   Era la década de los 50s, todavía no surgía como bailarina Amalia Hernández, tomé clases en el Instituto Nacional de Bellas Artes y ahí laboré dando clases treinta y cinco años y treinta y cinco como maestro de la Escuela Normal de Profesores del Estado de México, actualmente bicentenaria.
   Ahí tuve a “magníficos” alumnos como Eva Sámano luego esposa del presidente Adolfo López Mateos, a Carlos Hank González y su esposa Guadalupe Rhon y la madre del actual presidente de la república, Fernando Peña Nieto. Ya llevo seis generaciones de alumnos que han cumplido cincuenta años.            
    Es por eso que en el mensaje de este año, que me designaron dar, pregunté si me escogieron por mis méritos o porque soy el único que queda vivo.
     Actualmente estoy un poco impedido por mi edad y por una pierna que no me deja caminar bien, pero así continuo manejando el Encuentro Nacional de Arte y Cultura de la DGETI, como desde hace veintidós años, organizando el festival de inauguración en el que participan mil 200 jóvenes, y formando parte del jurado.
    Menciona que un tiempo trabajó como bailarín del ballet de Amalia Hernández “me sedujo la tentación y la vanidad de hacerlo, incluso iba a participar en la película “México Lindo y Querido” que protagonizó Ana Bertha Lepe, actuando en la escenificación del idilio de los volcanes, cuando se iba a llevar a cabo la filmación, yo  tenía un compromiso muy fuerte con el Instituto Mexicano del Seguro Social, en donde era coordinador nacional de danza.
    Me cuestioné si me dedicaba a una u otra cosa, pensé que en el cine no había futuro y que en el IMSS por lo menos tendría seguridad social, así que me quedé como coordinador de danza del Seguro Social y como tal me dieron la responsabilidad de organizar importantes eventos, como el de inauguración de la Olimpiada en México en 1968.
   También la llegada del hombre a la luna en la pirámide de Teotihuacan, entre los eventos filmados que se realizaron a nivel mundial en cada país para celebrar que por primera vez, el hombre pisaría el suelo de la Luna.
    -El ballet folcklórico del Instituto Mexicano del Seguro Social, alcanzo renombre en el país,  ¿usted era el director? Le preguntamos.
  Sí, manejaba a los grupos de alumnos de danza folcklórica  de lo que primero fueron las casas de las aseguradas y luego se convirtieron en los centros de seguridad social del IMSS para el bienestar familiar, porque primero iban solo las mujeres, luego los hijos de estas y sus maridos, así que se tuvieron que ampliar.
   Llegue a manejar ahí a grupos muy grandes de bailarines, de hasta 650 mil personas  porque hacíamos un espectáculo muy grande en el zócalo de la ciudad de México, cuando gobernaba Luis Echeverría Alvarez; el del IMSS fue un movimiento de danza folklórica muy fuerte, afirma el profesor Rodolfo Múzquiz.
    Desde ahí también me asignaron para la organización del evento de inauguración de la Universiada y el de los Juegos Afrolatinoamericanos  y del Caribe en el estadio Jalisco de Guadalajara, ahí siete mil jóvenes bailaron, menciona.
    Dirigí también un pequeño grupo de danza, al que le dimos el nombre de Temormú, fue el primer grupo de ballet de México, el nombre lo integramos con los nombres del maestro  de danza africana Tenenbó, el nombre de la primera bailarina Moreno Salariel de San Salvador y mi apellido, Múzquiz, interpretábamos también danzas centroamericanas.
    -¿Qué le hace falta a la danza folcklórica para que nosotros los mexicanos la conozcamos y disfrutemos más? Cuestionamos.
    Le hace falta difusión, responde concretamente el profesor Múzquiz, por ejemplo, festivales como el de la DGETI o los Juegos Flores Magón, en el que participaban más de mil bailarines, se realizan en espacios cerrados como teatros, en donde no hay capacidad para abrirlo al público en general o en centros como el de Oaxtepec, en donde hay espacio pero la gente no puede asistir por la distancia y porque tiene que pagar para entrar, no al evento sino al centro vacacional.
   También es necesario reorientar a los grupos, porque de repente trabajan cosas que tienden a la danza contemporánea, que a ser más un espectáculo, pero que no tiene ni raíz ni fundamento, y si perdemos nuestra raíz, perdemos todo.
   ¿Cuál es la zona de México más rica en cuando a danzas folcklóricas?
   Oaxaca, responde contundente, Oaxaca es un estado que puede ganar todos los premios que se entreguen si permanecen integrados y unidos, como lo están, orgullosos de lo que valen y son.
   -¿Cuál es el futuro de la danza folcklórica mexicana?
   México ocupa el primer lugar en el mundo en cuanto a folcklor, su música, sostiene, refleja su realidad, sus raíces prehispánicas y españolas, aunque cuando los conquistadores llegan a tierras mexicanas, provenientes de varias regiones, hacen su aportación, pero en la contraparte, se encuentran con una cultura ya establecida que al final se integra  también con una tercera raíz, la negra, creando de esa manera una música única y variada.
   La excepción está en el norte, porque como lugares  en los que a la gente no le interesaba que era lo que venía, se desprotegieron, no había una cultura sedentaria en el mundo  prehispánico, por lo tanto no había mecanismos de defensa, así que todo lo que quedó son valses , música que vino de Europa, que tiene una presencia norteña y muy propia ya es nuestra identidad, así lo manejamos y así lo sentimos.
   Todo lo anterior es completamente distinto a lo otro, a los jarabes, que de hecho son bailes que se manejan den centro del país para abajo. Los jarabes no son nuestro baile nacional, pero si el oficial, no cabe duda, afirma el octogenario profesor de danza.
    El futuro de la danza folcklórico mexicana será de acuerdo a lo que manejen los maestros que deben ser gente comprometida, nacionalista, amante de sus tradiciones y su cultura que sepa lo que está haciendo y lo que debe hacer que es, antes que todo conservar nuestra raíces, el prestigio que nos define como Nación, puntualiza.
    Del trabajo de Amalia Hernández al frente del Ballet Nacional de Danza Folklórica el profesor Múzquiz opina que sus presentaciones se han convertido en un espectáculo que se solo se puede apreciar mediante la compra adelantada de un boleto para una función en el Palacio nacional de Bellas Artes, se maneja con técnicas de la danza moderna, aunque reconoció, que su trabajo tiene como base la investigación.
    De la posibilidad de recuperar el gusto de los jóvenes de la actualidad por la danza folcklórica, el maestro coahuilense expresó que la situación actual de esta población, en cierto momento, le ha causado angustia.
   “Para tratar de entenderlos, en una ocasión acudí a una disco, deslumbrado primero por luces y música estridentes, puse atención en la ausencia de comunicación entre las parejas que bailaban, para lo cual, no hay una previa invitación con palabras, solo señas de un extremo a otro, rara vez saben con quién bailan, porque cada quien está en uno u otro lado.
   Cuando terminan de moverse, se escuchan expresiones como “¡qué padre baila! Después vino un baile medio agresivo, se pegaban uno con otros, como dando golpecitos para ver con quien te topas, luego tiene lugar una comunicación con una pareja y luego grupos.
    Me di cuenta que esa es la Historia de la Humanidad, “uno, dos, tres y cuatro, media vuelta y ya están integrados”,

Rodolfo Múzquiz Fuentes y Cecilia Vargas Simón. (Foto: Jorge Hernández) 
Rodolfo Múzquiz Fuentes y Cecilia Vargas Simón. (Foto: Jorge Hernández)