• La Verdad del Sureste |
  • Sábado 18 de Mayo de 2024

MEMORIA TABASQUEÑA

LAS REFORMAS HISTÓRICAS DEL INSTITUTO JUÁREZ Y DE LA UJAT


Por Héctor Valencia Reyes


En la última semana, la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco realizó un proceso de consulta interna: se realizaron los foros para que la comunidad universitaria realizara propuestas, análisis y reflexiones sobre las funciones sustantivas de la universidad, para elaborar el próximo Plan de Desarrollo Institucional, que orientará la vida académica y administrativa de la UJAT en los siguientes 4 años. Los universitarios entregaron más 500 trabajos, en los que proponen sobre la investigación, la docencia, la difusión del saber, la extensión universitaria, los aspectos administrativos e infraestructurales de la UJAT.
Los trabajos deberán ser revisados y servirán de base para establecer los fundamentos, directrices, programas, proyectos, que orientarán la vida de la institución. Y todo lo que la UJAT sintetice y establezca como Plan de Desarrollo Institucional, deberá legitimarse bajo los principios teóricos, curriculares y filosóficos del modelo educativo nacional de la Nueva Escuela Mexicana, que la SEP impulsa como política educativa.
Ante esa situación, es necesario recordar que la UJAT y, su antecedente, el Instituto Juárez, han vivido varios cambios a través de su historia; es decir, nuestra institución ha transitado por más de 145 años, reformándose y adaptándose a las nuevas circunstancias estructurales, que hegemónicamente han orientado al país, en cada época de su historia.
LAS REFORMAS DEL INSTITUTO JUÁREZ

Durante el Porfiriato, el Instituto Juárez consolidó un modelo educativo de carácter positivista; que se preocupó por formar a los cuadros administrativos, académicos y políticos de las oligarquías locales bajo sus intereses comerciales. Entre 1879 y 1914, el instituto tuvo distintos planes de estudios y diferentes reglamentos internos, que se legitimaron con las bases pedagógicas y teóricas del darwinismo. Bajo esa tendencia educativa se formaron varias generaciones de tabasqueños en el Derecho, Notariado, Agrimensura, Comercio, Farmacología y Pedagogía.
Pedagógica y administrativamente, la Revolución Mexicana significó una transición para el Instituto Juárez, que no modificó su cultura positivista, a pesar de los cambios educativos que realizaron al plan de estudios y al reglamento interno, en 1916 y 1919, los gobiernos revolucionarios. En esa transición, los estudios de educación superior fueron clausurados en el Instituto Juárez en 1919; aunque, continuó autorizando, la presentación exámenes y la titulación en las carreras profesionales.
La primera reforma significativa que experimentó el Instituto fue en 1924; la realizó el garridismo, bajo los supuestos pedagógicos y teóricos de la educación racionalista. Esa reforma se fortaleció con las ideas del cooperativismo y transformó la realidad educativa del IJ y de Tabasco, con los fundamentos y prácticas socialistas. Esa tendencia educativa, significó una cambio en la educación, como parte del proyecto político garridista, que cambió estructuralmente a Tabasco. Y fue un ejemplo a nivel nacional, que le sirvió de base al proyecto de la Escuela Socialista que se impulsó en todo México durante el cardenismo.
Luego, entre 1938 y 1944, el Instituto Juárez vivió una contrarreforma, nuevamente su modelo educativo se sostuvo en las ideas positivistas y conductistas, mezcladas con conceptos humanistas de corte historicista y con elementos básicos de la perspectiva cognitiva. En esos años, la institución empezó a definir su quehacer educativo y académico a partir de los lineamientos federales, las circunstancias históricas y culturales de la singularidad tabasqueña; bajo la hegemonía e intereses de las oligarquías locales y, no del pueblo.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, en Tabasco se empezó a reflexionar y a argumentar, sobre la necesidad de transformar al Instituto Juárez en universidad. En la segunda mitad de la década de los cuarenta, la institución volvió a cambiar su plan de estudios e inició una reforma estructural, para volver a impartir los estudios de educación superior, clausurados en 1919. En el gobierno de Santamaría, el IJ se afilió a la ANUIES e inició los trabajos para convertirse en universidad, cuestión que se concretó hasta 1958.
En 1955 los tabasqueños se enfrentaron políticamente, se dieron manifestaciones populares, se tomaron y quemaron palacios municipales; y el gobernador Manuel Bartlett Bautista tuvo que huir de Tabasco.
En ese proceso, las élites locales negociaron con el Presidente y pactaron políticamente, para que una nueva generación ascendiera al poder. En ese contexto, el proyecto administrativo de Madrazo Becerra, en articulación al plan nacional de Desarrollo Estabilizador, el Instituto Juárez se transformó en universidad. Ese cambio fue una reforma institucional y de carácter funcionalista, que solo buscó adaptar al IJ al modelo de universidad, que el Estado mexicano impulsó a nivel nacional, bajo la perspectiva de la modernización, que el capitalismo sostenía en México en la década de los cincuentas.

LAS REFORMAS DE LA UJAT
Así, el 20 de noviembre de 1958, el Instituto Juárez se transformó en Universidad Juárez de Tabasco; la institución se estableció como una razón de Estado y durante más de una década permaneció funcionando como tal, sin autonomía; por lo tanto, permaneció atada a las decisiones de la clase política local. La universidad nació con una oferta académica más amplia, que copió los planes de estudio de otras instituciones y los aplicó mecánicamente en la realidad tabasqueña. La enseñanza del derecho, las ingenierías, la medicina, la veterinaria, contaduría, enfermería y en la escuela normal, se realizó sin un diseño curricular original, construido a partir de análisis pedagógicos y con el conocimiento de las necesidades profesionales de los tabasqueños.
Entre 1967 y 1973, la máxima institución educativa de los tabasqueños, experimentó diversos hechos y problemáticas que modificaron su funcionamiento. En ese tiempo, la UJAT vivió manifestaciones y represiones estudiantiles, huelgas, toma de instalaciones, renuncias de rectores y, logró su autonomía; pero esa experiencia, no cambió estructuralmente a la institución, solo la refuncionalizó, la readecuó a las políticas educativas federales y a los intereses de las oligarquías tabasqueñas.En ese proceso, dentro de la UJAT se debatió sobre el compromiso social de la universidad para con el pueblo. En esa dinámica, se dio en la UJAT una reunión nacional de la ANUIES y se realizó la Declaración de Villahermosa, documento con el que se estableció que la educación superior del país debía impartirse con mayor compromiso social. Pero, ante esa postura, la reforma de la UJAT y de muchas universidades de México, terminaron atándose a la modernización educativa que impuso el gobierno de Echeverría.
Entre 1973 y 1985, el funcionamiento de la UJAT estuvo atado al financiamiento que el Estado le otorgaba y, al burocratismo político de las élites tabasqueñas. En ese contexto, los cambios que se dieron en la ley orgánica y en la fundamentación jurídica de la universidad, fueron bajo los parámetros impuestos por la planeación educativa de los gobiernos de Echeverría, López Portillo y Miguel de la Madrid. En esa tendencia, los planes de estudio y los programas estratégicos que orientaron la vida de la UJAT, se dieron desde la idea de que la universidad debía formar para el trabajo, para las necesidades de las empresas y los procesos productivos hegemónicos.
Es decir, la funcionalidad de la institución, se dio a partir de las reglas que le impuso el gobierno federal y el gobierno local, en las que se priorizó la formación educativa para los intereses de las oligarquías empresariales. En esa lógica, reformarse significó: adaptarse acríticamente a las políticas educativas del gobierno. Bajo esa perspectiva, se dio la penúltima reforma que vivió la UJAT en 1985, con el modelo de Excelencia y Superación Académica, que coordinó el rector Josué Vera Granados, que significó un cambio interno en la estructura organizacional de la universidad; pero que, se realizó en función de los intereses de la SEP y su política de la regionalización educativa.
En el 2005 la UJAT vivió su última reforma, durante el rectorado de Candita Gil Jiménez se aprobó un modelo educativo basado en tres ejes: la formación integral, el currículo flexible y centrado en el aprendizaje. Esa reforma se dio reivindicando la perspectiva constructivista, los postulados de la UNESCO y los lineamientos que la SEP estableció como prioritarios. Pero, esa reforma se dio por decreto, la ley orgánica y las leyes internas de la UJAT no legitimaron el cambio del modelo; menos, se asumió una nueva perspectiva académica y pedagógica que orientara las funciones sustantivas de la UJAT.

CONCLUSIÓN
Desde Miguel de la Madrid, hasta el gobierno de AMLO, la UJAT ha sido una institución funcional, dentro de las políticas educativas que impulsaron los gobiernos neoliberales; ni las contadas crisis internas que experimentó, la hicieron cambiar. En ese proceso, todos sus planes institucionales de desarrollo se sustentaron reproduciendo (acríticamente) los discursos de la política educativa nacional, sin análisis profundos sobre las necesidades educativas de Tabasco. Así, el contenido de los planes institucionales de desarrollo, siempre han asumido que la UJAT debe formar recursos humanos para que se incorporen a los procesos productivos hegemónicos; a las demandas laborales que establecen las empresas. Es decir, el diseño curricular, las funciones sustantivas y las prácticas educativas de todo tipo, se legitimaron con un discurso que priorizó los intereses de las empresas privadas y, no contempló las necesidades de todos los sectores sociales, en especial, las demandas del pueblo. Entonces, estaremos atentos a la reforma estructural que viene en la UJAT.