• La Verdad del Sureste |
  • Jueves 25 de Abril de 2024

DE GOBIERNO ABIERTO A ESTADO ABIERTO


Los ciudadanos se movilizan y convierten en actores políticos cuando sus intereses son afectados, sus derechos desconocidos o sus valores conculcados; si no, la tendencia natural de los ciudadanos es al free riding. Para sacarlos de ese statu quo, se requiere una firme decisión política, tanto de los gobiernos honestamente comprometidos con valores de transparencia, participación y colaboración de la ciudadanía, como de las propias organizaciones sociales, que deben imaginar e implementar mecanismos que promuevan el interés de los ciudadanos por un mayor involucramiento en la gestión de lo público.
    Hay distintas interpretaciones sobre lo que es “gobierno abierto”. La expresión originariamente fue propuesta por Barak Obama al asumir su primer mandato como Presidente de EU; ahí él declara que su gestión pública será el “Open goverment” –el vocablo Estado, en los EU se refiere a los Estados o entidades federativas que formaron la unión –hoy 51 Estados-, pero no equivale al concepto de Estado Nación como se usa en México, Europa o Argentina; en EU para referirse a la unión administrada nacionalmente se utiliza el sinónimo de administración nacional, se habla de “Government”, se habla de gobierno-. Entonces al acuñarse la expresión quedó como Gobierno abierto-.
    El “gobierno abierto” implica la posibilidad de que los ciudadanos adquieran nuevos roles en su relación con el Estado.
    Pasen de ser usuarios de servicios del Estado, o de algunos programas gubernamentales, a actuar en un triple rol: a) en el proceso de definición de políticas públicas, b) en la coproducción de bienes y servicios junto con el Estado y c) actúen como monitores o evaluadores de la gestión pública.
    Pero ¿Por qué no hablar de Estado Abierto? ¿Por qué no abrir los demás poderes del Estado? Incluso todo el sector paraestatal, las Organizaciones No Gubernamentales, u organizaciones reconocidas por el Estado, o empresas en las que el Estado tenga participación accionaria; la Legislatura y el Poder Judicial. Es muy limitado hablar de “gobierno abierto”. Me decanto por hablar de “Estado abierto”.
    Pero a lo largo y ancho del mundo, la tendencia gubernamental es ir por la vía cómoda. Entre menos participación y colaboración de la ciudadanía, los gobiernos se sienten mejor –aunque no estén mejor-: muy cómodos con el secreto. Cierto gobernador de los Estados Unidos, dirigiéndose a sus colaboradores inmediatos, les aconsejó que nunca pusieran juntos un resultado y una fecha, porque siempre habría alguien esperando que llegue ese día para enrostrarles no haber producido el resultado prometido. Por lo tanto, agregó, “¿para qué repartir munición gratuita?”.
    El anécdota pone descarnadamente de manifiesto el valor de la información como fuente de poder: “repartir” información equivale a dilapidarlo; los gobiernos, por lo general, optan por el ocultamiento, el secreto y la manipulación de datos como forma de mantener su poder.
    La información constituye un insumo crítico en la implementación participativa de políticas, propia del gobierno abierto. Al hacer referencia al concepto de información, corresponde distinguir entre datos, información y conocimiento: sólo la conversión de datos en información y de estos en conocimiento es capaz de generar los fundamentos técnicos y políticos para elegir cursos de acción.
    La información requerida debe guardar proporción con la dimensión del fenómeno que pretende ser abarcado o explicado mediante su acopio y sistematización.
    No se necesita conocer exhaustivamente los antecedentes de una cuestión para poder actuar o tomar una decisión. Existe un “principio de ignorancia óptima” según el cual, saturado un cierto canal de comunicación, no vale la pena continuar cargándolo de datos. Lo que verdaderamente importa es que la información reunida y sistematizada sea relevante y suficiente para describir, explicar, anticipar o actuar sobre el fenómeno que demanda la atención.
    En Tabasco, una brecha parece haberse abierto recientemente en la infranqueable “caja negra” del Estado. Una brecha por la que comienzan a filtrarse crecientes demandas de apertura, de transparencia en la gestión, de participación en la elaboración de políticas estatales, de rendición de cuentas y responsabilización por el uso de los recursos públicos, de evaluación y control ciudadanos de los resultados gubernamentales. ¿Hay en esa brecha un culpable o causante?, sí: el Titular del Poder Ejecutivo.
    Esa brecha está alentada por un gobierno genuinamente interesado en legitimar, por esta vía, una gestión más participativa y colaborativa de la ciudadanía.
    En parte, esta corriente es promovida por ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil, que luchan por incrementar los componentes participativos y deliberativos de la democracia.
    En Tabasco se ha venido abriendo paso una concepción que, bajo la denominación genérica de “gobierno abierto”, vislumbra una nueva filosofía de gobierno, una modalidad de gestión pública más transparente, participativa y colaborativa entre Estado y sociedad civil.
    El “gobierno abierto”, tanto el Estado como la ciudadanía pueden impulsarlo. Hace algunos años hubo una campaña en Francia para que el gobierno introdujera una serie de reformas a la gestión pública.
    La campaña se hizo bajo el lema “Faites aboutir une idée” (¡Haga que una idea se concrete!”). Se recibieron 500.000 propuestas depositadas en buzones, se procesó y se implementaron casi 2500 ideas.
    De la misma manera como se debe asumir cual divisa la frase de “Si lo quieres mejorar, cuéntalo”, y se ha de ubicar al frente de toda acción la expresión “¡Corrígeme¡”, hay que comprometerse desde el Estado y la sociedad civil con la consigna: “Participa y colabora”. Sólo así se amplía el camino de la democracia.