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  • Domingo 21 de Septiembre de 2025

Breve repaso a la historia de Tabasco/XV Boom petrolero y corrupción priísta (1971-1988)

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Cuenta la historia que en 1863, a su regreso de oficiar una misa, entre las comunidades que hoy se llaman Aquiles Serdán y San Carlos, Macuspana, el caballo en el que se transportaba el prebistero Manuel Gil y Sáenz se atascó en un lodazal negro, brillante y oloroso del que se desprendía un fuerte olor.
    El sacerdote bajó del caballo, tomó la sustancia y descubrió que se trataba de petróleo. Gil y Sáenz bautizó el sitio como Mina de San Fernando, y se cree que fue el primer yacimiento de hidrocarburos descubierto en el estado. El prebistero exportó diez latas de petróleo a Nueva York, pero se lo mal pagaron, por lo que abandonó su interés por la sustancia. Seguramente no se imaginaba la importancia económica de lo que décadas después sería llamado “oro negro”.  A la mina abandonada llegaban algunas personas para tomar el crudo y venderlo en otras comunidades, donde era utilizado como combustible para lámparas. Veinte años después, en 1883, el gobernador Simón Sarlat Nova intentó consolidar una empresa local productora de crudo con un capital social de un millón de pesos (de aquellos). El experimento no funcionó debido a la poca demanda en el país, y lo costoso del traslado para su venta.  En 1905 llegó la primera empresa extranjera, la Pearson and Son, propiedad del poderoso contratista inglés Weetman Pearson, quien se dedicaba también a la industria de la construcción y reconstrucción de puertos, y que obtuvo jugosos contratos durante la dictadura de Porfirio Díaz. Esa compañía perforó en Macuspana, mientras que en 1923 El Águila inició exploraciones en La Venta, Huimanguillo, y en el municipio tumbapato, donde bautizó a los pozos como Sarlat.
    En 1938 el presidente Lázaro Cárdenas decretó la expropiación petrolera y en las décadas de 1940 y 1950 comenzó el auge petrolero en el estado con los descubrimientos de los campos Fortuna Nacional en 1949, Tortuguero en 1950 y José Colomo en 1951.
    En 1958 comenzó a operar la planta de absorción de la petroquímica de Ciudad PEMEX, y en 1962 la de absorción y deshidratación de crudo de La Venta.
    En 1972 se agregaron los pozos Sitio Grande 1 y Cactus 1, y en los años siguientes se explotaron más de veinte campos productores en la zona Tabasco-Chiapas, que incluye los municipios de Cunduacán, Cárdenas y Centro. A finales de la década de 1970 se registraron nuevos descubrimientos de hidrocarburos frente a las costas de Tabasco y Veracruz, lo que coincidió con la crisis energética mundial que disparó el precio del barril de 4 dólares a inicios de ese decenio a 38 en 1979. El presidente José López Portillo había llamado a los mexicanos a prepararse para “administrar la abundancia”. En el estado, el boom petrolero coincidió con la llegada de gobiernos corruptos que utilizaron la riqueza y el presupuesto de Tabasco para hacer negocios al amparo del poder público. Ejemplo de corrupción familiar a gran escala fueron los gobiernos de Mario Trujillo (1971-1976), Leandro Rovirosa Wade (1977-1982) y Enrique González Pedrero (1983-1988, con un interinato de José María Peralta), como lo relata Andrés Manuel López Obrador en su libro Entre la historia y la esperanza.
    Dejémosle la palabra a López Obrador: “Durante el gobierno de Mario Trujillo García (1971-1976) comenzaron los negocios de la urbanización de Villahermosa. Por ejemplo, cuando se proyectó la construcción del periférico, una elevada proporción de los terrenos baldíos comprendidos en el nuevo trazo de la ciudad pasaron a ser propiedad de los más encumbrados funcionarios públicos”. “En ese sexenio, por hablar sólo de un negocio, los terrenos de Manuel Bartlett Díaz (ex gobernador de Puebla y actual senador del PT), que había heredado de su padre Manuel Bartlett Bautista, fueron urbanizados de una peculiar manera. Bartlett hijo se asoció con el yerno de Trujillo, Ignacio Cobos (durante ese gobierno fungió como director de la Junta de Caminos y Servicios Materiales), y ambos acordaron que éste se encargaría de introducir todos los servicios públicos (pavimento, agua, drenaje y energía eléctrica) y una vez concluido el trabajo se dividirían por mitad el nuevo fraccionamiento residencial Framboyanes. Así ocurrió, pero claro está que todas las obras de infraestructura se hicieron con cargo al erario”. Este tipo de negocio proliferó como hongos después de la lluvia durante el gobierno de Trujillo. La historia de Nacho Cobos es muy representativa de lo que estoy diciendo; llega como basquetbolista a Tabasco, se casa con la hija del gobernador (Graciela Trujillo) y empieza a hacer negocios al amparo del poder público; ahora es el hombre más rico del estado; está asociado con Carlos Slim y pertenece al grupo selecto de los 200 compradores de arte más importantes del mundo”.
    “El gobierno del ingeniero Leandro Rovirosa Wade (1977-1982) coincidió con la irrupción petrolera en Tabasco y con el sexenio de la administración de la abundancia del presidente López Portillo. El ingeniero Rovirosa logró con tenacidad y valor que la federación transfiriera a Tabasco recursos extraordinarios por la explotación petrolera. Esta gestión llegó hasta el enfrentamiento del gobernador con el entonces secretario de Hacienda, David Ibarra Muñoz, y con el director de PEMEX, el poderoso Jorge Díaz Serrano”. “En 1979, luego de amenazar con recurrir al juicio de amparo, Rovirosa logró que la Secretaría de Hacienda aceptara un convenio de Coordinación Fiscal entre la federación y el estado, favorable a Tabasco. De conformidad con este convenio, Tabasco tenía el derecho de recibir participaciones federales normales, pero además en el anexo 2 del mismo documento se estableció el compromiso de entregar al estado el 0.4366 % del total de la recaudación nacional por concepto de la explotación petrolera. Así, en 1982 la recaudación nacional fue de 1.3 billones de pesos, de los cuales a Tabasco correspondieron 15 mil 600 millones de pesos; 9 mil 925 millones de pesos de participaciones federales por su adhesión al Sistema Nacional de Coordinación Fiscal, y 5 mil 675 millones por concepto de la producción petrolera. Es decir, Tabasco recibió el 1.2 por ciento de la recaudación nacional total”. “Como es de imaginarse, esta extraordinaria cantidad de dinero desató las ambiciones de riqueza de la mayoría de los funcionarios públicos. El distintivo de este sexenio fue la fiebre de construcción de obras de todo tipo. Apresuradamente se crearon cientos de compañías constructoras, en las que intervinieron como socios, o como prestanombres, un sin fin de políticos y familiares cercanos al gobernador” Rovirosa.
    “Siembre he considerado a Rovirosa como un hombre bueno. Me consta, trabajé con él. Ayudó como nadie a los chontales. Y lo hizo de corazón, no sólo para compensar las preferencias de su gobierno hacia la construcción de Tabasco 2000 y otras obras por el estilo. Pero también, en su momento, le hice saber mi desacuerdo con la mala orientación del gasto público y con la corrupción que prevalecía”.
    “Me inclino a pensar que los funcionarios más cercanos lo traicionaron y los familiares, sobre todo los yernos, abusaron de sus sentimientos. Acerca de esto último tengo un testimonio. En una ocasión, en 1984, desayuné con él (Rovirosa) en la ciudad de México. Yo estaba desencantado de González Pedrero. Por su inconsecuencia, o tal vez por mi idealismo, había salido de la dirigencia del PRI y de Tabasco, luego de renunciar al ofrecimiento de ser oficial mayor de gobierno, porque González Pedrero se echó para atrás en el compromiso de reformar al PRI”.
    “De modo que en la plática con Rovirosa hablé de mis diferencias con González Pedrero, suponiendo que coincidía conmigo, porque a él lo había cuestionado severamente en su primer informe. Sin embargo, la actitud de Rovirosa me sorprendió. Me dijo que eran buenas sus relaciones con González Pedrero. Y con mucha naturalidad me contó que unos días antes había hablado por teléfono con él, para pedirle que el gobierno del estado le comprara a uno de sus yernos sus acciones en el hotel Holiday Inn. Este hotel lo había construido el gobierno del estado en el sexenio de Rovirosa y precisamente su yerno había sido el contratista”.
    “Según Rovirosa, la respuesta de González Pedrero fue que si bien el gobierno estaba haciendo lo opuesto, vendiendo las acciones a particulares, de todas maneras iba a dar instrucciones a su secretario de Finanzas para atender su petición. Días después, el yerno del ex gobernador viajó en el vuelo de la mañana a Villahermosa y se entrevistó con el secretario de Finanzas. Este le preguntó cuánto quería por sus acciones. La respuesta fue 800 millones de viejos pesos, libres de impuestos. Sin regateos, el funcionario aceptó, diciendo que tenía instrucciones de servir al ingeniero Rovirosa. Ese mismo día, por la tarde, el recomendado regresó al Distrito Federal con el cheque en la mano”.
    “Durante el gobierno de Enrique González Pedrero (1983-1988) también se hicieron jugosos negocios al amparo del poder público. La mayor evidencia es que todos los funcionarios de primer nivel se enriquecieron. González Pedrero llegó a Tabasco con un equipo de colaboradores. En este grupo había de todo, desde profesionistas eficaces hasta verdaderos lángaras”.
    “Estos últimos vieron a Tabasco como tierra de conquista. Se sentían superiores y actuaban con prepotencia. Para mostrar su rango burocrático se sentaban en el sillón de atrás del automóvil y el chofer tenía que abrirles la puerta, algo que nunca se ha acostumbrado en Tabasco. La verdad es que no eran nada, no eran más que gentuza, que pronto se ganaron el mote de extraestatales”.
    “De éstos sólo investigamos a uno. Se llama Carlos Campos y era vocal ejecutivo de la Comisión de Desarrollo Urbano de Tabasco. Este funcionario tuvo que ver con la construcción de las obras magnas del gobierno de González Pedrero. Él manejó el presupuesto para la edificación del centro administrativo, de la biblioteca Pino Suárez” y “de todas las unidades habitacionales. Antes de terminar el sexenio, Campos ya era dueño, entre otras cosas, de dos residencias en las zonas más exclusiva de Villahermosa”. “Asimismo, ya había adquirido en la zona residencial más cara de Cuernavaca dos residencias, una con superficie de 2 mil 500 metros cuadrados y la otra con mil 678 metros cuadrados. Cuando este personaje salió de Tabasco, se dedicó a comprar bienes y propiedades por todo el país. Sólo en Cuernavaca, donde vive, adquirió lo siguiente; en 1989, una casa en la avenida Las Arcadias en Lomas de la Pradera; en 1991, doce condominios de un edificio de lujo ubicado junto a las galerías Gutenberg en el zócalo de esa ciudad; en 1992 un terreno de 1004 metros cuadrados en el poblado San Antón, también de alto valor comercial”, entre otros bienes.